¡Vivan los borrachos! [Flashback][Florys]

Otra vez mas... Otra maldita vez haciendo de recadero en misiones absurdas que no me correspondían, yo debía recibir mejores tareas para la casa de mi para y para el señor del cual eran vasallos. Pero no, ellos nunca lograban apreciar mis cualidades y me mandaban a tontas misiones, como esta. ¿Que tiene de importante espiar a los Stark en Torrealta? A esa pregunta podía responder yo, nada, podrían haber mandado a cualquier espía pero no, para mi padre era mejor alejarme de vez en cuando de casa para evitar problemas con su mujer, la cual siempre me había odiado por ser el vivo recuerdo de que a mi padre en realidad le daba igual y la engañaría con cualquier puta que apareciera en su camino. A veces deseo gritarle a esa mujer que no es nadie y que solo tiene en puesto en mi casa porque a la familia le convenio tal unión, pero tal cosa implicaría el odio de mi padre e incluso el destierro y completo rechazo de mi "familia", porque mi hermano mayor, el futuro heredero, siempre se preocupaba de recordarme que no era de la familia. Algún día todos ellos me pagaran por creerse mejores que yo por haber nacido de los padres que debían y siempre olvidar que soy mejor que ellos en muchas cosas.

Por fin había llegado después del largo viaje que había tenido que hacer infiltrado entre los Stark, estuve rodeado de lobos pero ninguno de ellos era el lobo que debía estar a mi lado. Puesto que a sombra le tuve que dejar en Guarida del Lobo porque mi padre no me permitió traerlo porque decía que eso podía descubrirme, bobadas aunque no podía hacer nada.

Espiar no era lo mio pero sabia que si quería descubrir algo los hombres borrachos eran los que mas hablaban y nunca mentían ¿Y que mejor sitio para encontrar soldados borrachos que en la taberna? Pues ahí me dirigí, junto a otros "Amigos" que había hecho durante el viaje hacia Torrealta. Nada mas entrar pude oler el alcohol en el aire, había tanta gente borracha que parecía que el mismo aire que respiraba me iba a dejar como ellos, pero no era así. Apenas dimos unos pasos y un hombre desconocido, por las ropas seria un saqueador o un mercenario, dio un puñetazo a uno de los chicos con los que había ido a la taberna. Por mi habría dejado que le cortaran la cabeza si hubieran querido pero un soldado sin cabeza no cuenta lo que necesito saber, así que actué para que mi información no se desvaneciera. Apenas hizo falta un pequeño empujón para que aquel hombre se cayera y no pudiera volver a levantarse. Después de aquello cogi una jarra de vino y mire a mis compañeros- ¡Vivan los borrachos! -Y bebí un largo trago a aquella jarra.

No eran las sabanas aterciopeladas en las que estaba acostumbrada a yacer, ni el ruido que procedía de la planta baja era la música de harpa con la que despertaba cada día. Ni sus dos amantes, ahora durmiendo ambos junto a ella, eran de la belleza divina de la que solía rodearse. Se trataba de un joven con la fortaleza y el físico de un guerrero y de una joven con el pelo demasiado sucio y las manos demasiado ásperas como para ser una noble, sin embargo, eso era todo lo que Florys sabía de ellos.

Desconocía sus nombres y prácticamente no recordaba cómo había llegado hasta aquella alcoba, pero se hacía una idea. Había ido días atrás a visitar a la insensata de su hermana y al temerario rey de Torrealta para asegurarse de que ninguno de sus hermanos había tenido la tentación de obligarla a abandonar a su amado por la fuerza, y durante su visita le llegó la noticia de que Brandon Stark visitaría el Dominio para supervisar con sus propios ojos la construcción de la gran torre.

Era una oportunidad inmejorable y quizás única para conocer al rey norteño, una oportunidad que Florys no podía dejar escapar. Sin embargo el aburrimiento pronto hizo mella en ella y se vio obligada a recurrir a sus ‘vicios’ mientras esperaba la llegada de los hombres del Norte.

Tras incorporarse cual felino del lecho, teniendo especial cuidado en no hacer ruido, comienza a buscar su ropa pero el vestido que juraría llevaba puesto antes de entrar no aparece por ningún lado << Maldita sea. >> Con una sonrisa comprende que el dueño de la taberna, una criada o solo los Dioses sabían quién había visto la oportunidad de agenciarse una rica prenda y no la había dejado pasar. Echando un vistazo a la alcoba, coge el montón de ropa más cercano y comienza a  vestirse: No vestía como una noble, llevaba pantalones varoniles y una camisa de lino negra tan larga que las mangas cubrían casi la totalidad de sus manos. << No esta tan mal, así al menos los de abajo no se me tiraran encima pidiéndome limosna… >>

Saliendo del cuarto baja las escaleras y se encuentra una muchedumbre ebria, el olor del vino le abre el ‘apetito’ y el fervor con el que los hombres y mujeres se entregan a los placeres más terrenales le recuerda, muy vagamente, a las orgías que montaba su padre y en las que ella gustosa participaba. << Le falta estilo, pero esta gente sabe divertirse. >> Muchos de los hombres que bebían, cantaban e intentaban follar con alguna de las putas que, ávidas de dinero habían acudido a la taberna guiadas por su instinto, eran del Norte a juzgar por su aspecto, el acento y los ropajes que portaban << Hombres de los Stark, quizás alguno pueda decirme cosas que un rey omitiría. >>

No estaba muy interesada en la política exterior, pero no podía dejar pasar la oportunidad de saber el grado de satisfacción o descontento del pueblo del Norte para con el rey Brandon, quizás, le serviría como pista para poder prever lo que podía ocurrir en un futuro en las tierras heladas. Agarrando una de las jarras aparentemente sin dueño de la barra, bebe un sorbo del vino del Rejo, fruto de la habilidad de su hermano Gilbert << Querido hermano, el tuyo es el mayor don que padre ha otorgado a sus hijos. >> Y si dirige a un pequeño grupo de norteños que están tomando mesa. Acercando una silla hasta ellos, se sienta apoyando los pies en la mesa sabedora de que ya todos la observaban.

- Bienvenidos al Dominio, caballeros. Ese bello y verde lugar en el que las ‘flores’ más hermosas están deseosas de ser arrancadas del jardín por las manos frías y duras de un hombre del Norte. ¿Nadie va a invitarme a una copa? – Antes de que terminara de hablar, varios de los hombres se levantan como resortes y se acercan a la barra. Todos menos uno, el más atractivo de ellos.

Había algo diferente en él, Florys sabía diferenciar entre un obrero, un capataz y un soldado bastándose con el brillo de la mirada. Y el brillo de aquellos ojos desprendía luz homicida. << Interesante. >> - Veo que vos es más inteligente que sus compañeros, me llamo Kareena, ¿usted también viene para trabajar en la construcción de la Torre?

No hizo falta sentarnos en la mesa a la que nos dirigíamos para que empezara la diversión, pues de un momento uno de los hombres Stark me arrebato la jarra que llevaba en la mano y de un solo trago la dejo completamente vacía. Pocas veces había visto a alguien beber el vino de tal manera, como si le fuera la vida en ello y eso sin contar que ese mismo soldado al ver que la jarra no fue suficiente para el decidió seguir quitando vino a la gente para que nada en este mundo lograra hacerle pasar aquella noche sin el placer, y seguramente el vino no era el único placer que quería. Al igual que el resto de la taberna, pues parecían haber mas putas que clientes, lo cual hacia que fuera peor el ambiente pues si hay muchas chicas se evitan peleas por una... o eso creía yo.

La mesa a la que nos dirigimos estaba realmente sucia, tenia tal aspecto que no podría decir con seguridad de que eran las manchas que habían en la mesa ni de donde había salido todo el polvo e incluso algo que parecía pelo, seguramente seria de rata, lo cual no es extraño en un antro de mala muerte como este. Mucha gente diría que no me debería quejar por estar en un sitio así siendo un bastardo, pero a pesar de serlo siempre me crié con la familia de mi padre y este tipo de sitios no eran lo habitual para mi, pero no, no me quejaba. Me gustaba el ruido y el olor de este sitio, lo único que faltaba era algo de violencia pero el sexo es un buen sustituto a esta ultima y eso era algo que no escaseaba en este sitio.

Las mujeres iban pasando por las mesas muy a menudo, eso era cierto. Lo que me extraño fue que nada mas sentarnos apareciera una, pero no fue lo único que me extraño. Pues esta a diferencia de las otras esta no parecía estar "sucia" con solo verla y era mas bella que todas las demás juntas, no parecía una puta. No una de este lugar al menos. Unas pocas palabras de esta mujer hizo que todos los hombres a los que acompañara salieran corriendo a la barra a invitarla a vino, esa mujer tendría todo el vino que quisiera y el sexo tampoco le faltaría, a pesar de que con esos hombres no creo que mereciera la pena ni siquiera por dinero.

Luego toco que se fijara en mi, pues era el único que se quedo en la mesa. No quería fijarme mucho en ella pues no debía distraerme de mi misión principal ya que no podía fallar, por lo que debía lograr que volvieran el resto de los soldados, siguieran bebiendo y me cantasen toda la información que quisiera. Distrayéndome con mujeres no me ayudaría en ello, por muy difícil que fuera debía ignorar a las mujeres y los placeres por una noche. Después de su pregunta la mire con una sonrisa- Eso es, cada uno trabaja de lo que puede. Y alguien como yo no puede optar a mucho mas que un trabajo como este.

Me levante despacio caminando hacia ella, mirándola de arriba a abajo. Efectivamente era mucho mejor que cualquier otra de aquel lugar, sin duda alguna. Una vez llegué a estar detrás de ella le puse las manos sobre los hombros- Sabes una cosa... -DIje antes de hacer una pequeña pausa mientras me acercaba a su oreja para susurrarle- Mirando a toda la gente que hay aquí me doy cuenta de que no eres igual que todas esas putas, ¿es peligroso ser mejor que el resto no crees? Puedes atraer a alguien que te haga daño -Todo esto lo dije mientras una de mis manos se acerco a su cuello apretando ligeramente este. Justo antes de separarme le di un beso en la mejilla, quiza demasiado cerca de sus labios pues estos llegue a rozarlos. Justo despues me sente en la silla que estaba a su lado cuando empezaron a venir la gente que habia decidido invitarla.

El beso le repugna, pero no hace ningún movimiento mientras el norteño esta junto a ella. Puede oler el aliento a vino añejo y el olor a esa mezcla tan propia de aquellos que portaban la muerte: Acero y sangre. El hombre la estaba amenazando y se había propasado acercándose tanto, manteniendo contacto con ella, ¿hacia cuánto tiempo había pasado desde que alguien la tocara sin su permiso? No recordaba cuando fue la última vez, pero pese a que el instinto inmediato le había pedido que reparara su orgullo mandando a matar aquel indeseable, se detuvo.

<< Aquí no está mi escolta, he sido una idiota. >> Se arrepentía de haber tomado asiento en aquella mesa, no solía estar acostumbrada a que la trataran de aquella manera, ella, que solía caer bien a todo el mundo y que siempre conseguía lo que se proponía. Sin embargo, sabía bien que no siempre se podía salir de las peores situaciones siendo más lista que los demás << A veces la verdadera inteligencia reside en no abusar de ella. >> Dibujando una media sonrisa, ladina, observa al hombre de arriba abajo, escrutándolo tal y como él había hecho con ella. << Algún día, amigo, tu cabeza decorará mis muros. >> - Estoy segura de que, gracias a hombres tan cordiales y amables como vos, nada puede pasarle a las damas como yo. – Antes de que pudiera continuar el resto de la mesa se sienta de nuevo y le traen las copas de vino, eran hombres del Norte, y ninguno de ellos parecía realmente alguien despreciable. Más allá de su condición de Pueblo Llano, por supuesto. << Pero no moverían un solo musculo por mí, he de ponerme en lo peor si quiero salir de esta. >>

Tras beber la mitad de una de las jarras de vino cruza varias palabras con todos ellos mientras ignora por completo al indeseable que había tenido valor para besarla. Queria caerles bien, y casi sin quererlo logra que las carcajadas de los norteños ante sus palabras afiliadas y cargadas de humor e ironía llamen la atención de las mesas contiguas, acaparando Florys la miradas de la mitad de la taberna. << Eso es, mirarme. Ninguno de estos hijos de puta se atrevería a tocarme con más de treinta personas como testigos. >>

Sin embargo, antes de que pudiera comprobar para bien o para mal si su plan estaba funcionando, la puerta de la taberna se abre y la atención se centra en las personas que entran. Las voces bajan el tono e incluso Florys juraría que a más de uno se le ha acabado la borrachera de golpe al ver entrar los guardias de Torrealta. La Vulpina levanta una mano, con desidia, y el que parecía el capitán se acerca a ella con la mirada echando chispas al ver por quien estaba rodeada.

- Mi señora Florys, la Reina nos ha mandado a buscarla. Quiere hablar con vos de inmediato. – Las miradas de los norteños se clavan en ella en una mezcla de sorpresa, miedo y duda. Su aspecto no era el de una noble, y no había dado su nombre por razones evidentes, pero Florys se quedó sin el privilegio de ver la sorpresa en el rostro del indeseable que le había robado un beso al encontrarse de espaldas a ella.
Le sorprendía que su hermana la buscara con esa vehemencia, pero no que hubiera mandado a sus hombres a las tabernas de Torrealta. << Me conoce bien, sabe que padre estaría orgulloso de mi. >> Parecía que la suerte le sonreía y no iba a desaprovechar la oportunidad de salir de aquel lugar, pese a que la idea de tener que reunirse con Maris y el Rey Uthor para hablar de política le diera una pereza inmensa. << Mejor eso que llegar a Aguasclaras con tres o cuatro niños en el vientre… >>

- Por supuesto, llévame ante ella. – Al levantarse, se gira y se inclina sobre el norteño que la ha amenazado de forma tan sutil. Acercando su rostro al de él, le besa con un beso cálido y tras separarse, le susurra. – En el Dominio solo yo puedo robar besos, amigo. Recuerda este día como el día en el que la más astuta de las hermanas del Rey pudo haberte mandado a matar, y no lo hizo por mero capricho.

Volviéndose a incorporar acepta la capa verde oscura que le tiende uno de los guardias y se encamina hacia la puerta escoltada por los soldados de Torrealta. Sabedora de que los Dioses, en su crueles deseos, le habían enseñado una lección que nunca olvidaría.