Mors Martell

Descripción Psicológica

Mors siempre ha sido un hombre atrevido y apasionado, gusta disfrutar de los placeres de la vida y vive cada uno de sus días como si fuese el último. Es franco y directo, lo que le hace parecer rudo a quien no le conoce lo suficiente, pero suele ser compensado con su carácter extrovertido y dicharachero, lo que pese a todo le permite ganar amigos con facilidad y ser querido por su gente. Algunos creen que se toma todo a la ligera, pero no es el caso, solo trata de disfrutar cada aspecto de la vida, tanto el amor como la guerra, es por esto que suele verse sonriendo incluso durante combates, quienes lo tratan de infantil y le piden que madure, generalmente sus consejeros, es que no lo conocen realmente.

Cuando escucho la historia de los rhoynar sintio una profunda lástima, las desventuras pasadas por ese pueblo y su relato le llego al alma, pero no fue hasta que conoció a la líder de ellos, Nymeria, que decidió actuar para ayudarles. Algunos dicen es solo uno más de sus caprichos, de sus juegos, otros ven en su accionar motivos ocultos, diciendo que es la ambición lo que le mueve. Sin embargo fue el amor lo que le hizo dar oídos sordos a la palabras de su amigo y rey. Nunca había conocido mujer como ella, y eso que nunca le había faltado mujer en su lecho, su exótica belleza y prestancia eran la comidilla de Dorne en aquellos momentos, pero lo que más le llamo fue lo diferente que eran, asi como Mors, ella había tenido una vida con todo lo que se podía desear, incluso más, pero esa princesa extranjera lo había perdido todo una y otra vez, levantandose de nuevo tras cada caida. De alguna manera la melancolía en sus ojos calo como nunca en su ser, entonces no solo deseo darle el hogar y la seguridad que había perdido, sino hacerla suya, formar una nueva familia para ella y envejecer juntos.

Historia

Mors nació como primogénito en el seno de la familia Martell de Lanza del Sol, un nacimiento no exento de controversias. Por esas fechas su padre era consejero de la reina de Palosanto, desde la muerte del rey su único hijo había heredado el título de Sangre Regia y la estabilidad del reino era compleja por decir lo menos, su padre pasaba largas temporadas en la capital alejándolo de su hogar y de su esposa, pero las breves estadías no fueron impedimento para que la pareja lograra engendrar un hijo, aunque los rumores sobre amantes estaban a la orden del día en Lanza del Sol, su madre los acallo de la mejor forma que pudo, estas formas solían involucrar copas envenenadas y desapariciones en mitad de la noche. Su padre, loados sean los dioses, nunca dudo de la legitimidad de su sangre pues aunque las estadías con su mujer eran breves solían ser bastante intensas y las fechas cuadraban en su mente, además que su esposa no dejaba lugar a dudas de su veneración por Lord Martell.

Cuando cumplió siete días del nombre, el mismo Mors acabo yendo a Palosanto como pupilo, en parte por que su padre deseaba criarlo para que fuese un señor digno, pero principalmente porque deseaba fuese cercano al joven rey que tenía un par de años más que su hijo, además la reina se desposaba y no tardaría en tener que dejar la capital, lo que implicaría el trabajo del padre de Mors se multiplicaría. La alegría del joven pupilo contagió a Palosanto en épocas difíciles, aunque los tutores se quejaban continuamente de su falta de atención y travesuras, las risas fueron bien recibidas en el palacio de los Yronwood que tanta falta le hacían. El niño que era heredero de Lanza del Sol creció para convertirse en un formidable joven, carismático, intrépido y en un virtuoso guerrero, hábil en el uso de la lanza tanto en los combates como en la cama.

Incluso la muerte de su padre y su ascenso como señor no pareció mermar su vivo carácter, pues lo asumió como debía ser, parte del ciclo de la vida. Era un hombre que lo tenía todo, juventud, dinero, poder, pero nunca se sintió del todo satisfecho, cambiaba de mujeres con cada anochecer como probándose a sí mismo, todo le alegraba pero por consiguiente parecía que nunca nada destacaba en su cabeza, lo tenía todo a tal punto que ninguna de esas cosas parecía tener un significado real. No fue hasta que aquellos extranjeros llegaron que por primera vez logro empatizar con alguien que no fuera el mismo, al escuchar sus historias, de como grandes príncipes al otro lado del mar habían caído en la desgracia, por primera vez se puso en su lugar... y la sensación no le gusto nada. En primera instancia rechazo ese sentimiento, como si fuese un momento de debilidad y nada más, algo que se le pasaría con el pasar de los días una vez fueran expulsados nuevamente al mar. Con tal de sacar dicho peso de su cuerpo decidió ir en persona a donde habían arribado, vería con sus propios ojos como se perdían en el mar y nuevamente dejarían de ser su asunto. Pero el efecto fue todo lo contrario, vio la desolación de un pueblo que llevaba años sin conocer la tranquilidad, y también vio a una mujer que pese a todo lo que habían pasado, se levantaba altiva y lista para continuar sus pesares, una mujer sin duda hermosa pero fuerte como él jamas lo sería, o por lo menos como jamas lo había sido. Muchos les llamaban extranjeros harapientos, había escuchado esas mismas palabras de su rey, pero de alguna forma él ya no podía sentirse ajeno a ellos. Mors se acercó a su líder para dar una disculpa y desearles suerte, quizas mencionar que las tierras del Dominio eran verdes y sus reinos jóvenes, quizas les aceptarían de buena gana... pero las palabras no salieron, el señor de Dorne le miro como si fuese la primera mujer sobre la que posaba sus ojos, por primera vez veía una persona lo que consideraba solo un divertimento, en sus palabras pidió se quedaran bajo la protección de los Martell, por unos instantes sintió como si otra persona hubiese tomado el control de su cuerpo y hablase por él, pero entonces lo comprendió, esos eran sus verdaderos deseos, deseaba dar un hogar a esa gente pero por sobre todo quería estar con esa mujer, no, más que eso, quería protegerla de las penurias, quería formar con ella un hogar y si bien era hermosa como el amanecer, quería ver como lo opacaba cuando su rostro le regalase una sonrisa.

Otros

- Príncipe de Dorne.
- Casado con Nymeria.
- Se maneja muy bien con la lanza.
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