Ilyria Lannister [ID]

Descripción Psicológica

Toda muchacha necesita de una madre para endulzar su carácter y aprender amar, más aquella no fue la suerte de Ilyria, quién perdió a la suya el mismísimo día de su nacimiento. De todas maneras, aquello no definió la falta de aquellos dos detalles en su carácter, como lo haría en la mayoría de las niñas, creciéndo con tres hombres -su padre y sus dos hermanos mayores-, más la incitó a desarrollarlos con más insistencia. Ama con pasión y soltura, tal vez demasiado para su propio bien. Siempre lo ha hecho. Lo único con lo que se ha permitido ser caprichosa es el amor.
Se enamoró de Lann desde el primer momento en el que sus ojos se posaron en él, aunque en aquel entonces no lo sabía. Tenía apenas siete días del nombre y él era el hijo de un escriba. Creció junto a él, puesto que Lann se ganó la confianza de sus hermanos y un puesto dentro del castillo, acabándo como consejero de ambos, en un juego que Ilyria desconocía y aún desconoce. La joven no pudo resistirse a sus encantos una vez supo que eran correspondidos. Lann es el único hombre al que ha amado en su vida entera. Se casó con él con apenas diecisiete días del nombre, incluso cuando era un muchacho de orígenes humildes y ningún Señor, incluso si a su padre le hubiera gustado un partido mejor. Su padre estaba muerto, ya no tenía palabra en la unión y, fuera lo que fuera Lann, lo había apreciado, aunque no en el nivel de pretendiente de su hija. No tenía a nadie y el amor incondicional que él le prometió era todo lo que le quedaba.
Jamás desconfiaría de su marido y nunca creería esos rumores que hablan de cómo él fue el que destruyo a su familia. Sabe que la mala relación entre sus hermanos siempre existió y aunque le duele cada día cómo acabaron las cosas, en el fondo de su corazón sabe que, de no haber sucedido así las cosas, no estaría en la posición que está ahora.
La familia es lo más importante en su corazón. Haría cualquier cosa por ellos -literalmente cualquier cosa- y, ahora que se ha quedado sin su querido padre y sus dos hermanos, todo su amor se vuelca en su pequeño hijo Trystan y Lann.

Creció dispuesta a la voluntad de otros, complaciéndo los deseos de sus mayores y entrenándose en todo arte que una princesa debiera conocer. Solía ser la pacificadora entre Derwyn y Hamfort, apaciguándo sus siempre presentes peleas y duros carácteres. Era la consentida de su padre, su fruto más tranquilo y leal. Solía leerle todas las tardes mientras sus hermanos practicaban para convertirse en Señores, o cantarle una dulce melodía para aliviar su constante enfermedad o simplemente hacerle compañía, bordándo junto a su trono.
Siempre fue una muchacha tranquila y obediente, más la ambición corre por sus venas. Le gusta sentir que tiene poder y saber que puede manejar las cosas a su antojo, incluso cuando Lann es quien maneja sus hilos. Jamás habría traicionado a sus hermanos para apoderarse de la Corona, pero es un alivio poseerla.
La inteligencia forma parte de sus razgos, aunque a las personas les guste ignorar que la posee, creyéndo que esta no puede coexistir con la bondad. No es ninguna mujer ingenua, aunque puede que en el pasado lo haya sido. Conoce sus derechos y su valía y no dudará en hacerse respetar.
Es una mujer culta y sabia, disfruta de la lectura y de enterarse de todo aquello que sucede en los Reinos. Puede ser joven, pero no es tonta. La única tontería en la que ha creído en su vida fue el fantasma de la Roca, más hace tiempo que ha dejado de hacerlo.
Le gusta aconsejar a Lann, a pesar de que a él no le guste escuchar demasiado lo que tiene para decir. Cree que puede llegar a influenciarlo, a pesar de que él sea independiente.

La elegancia y gracia es su distinción. Es una mujer bastante reservada cuando se trata de sentimientos, pero aquello no quiere decir que su trato sea frío y distante, porque sus sonrisas siempre serán cálidas y sus palabras dulces. Simplemente guarda la honestidad de sus miradas y sus pensamientos más profundos para aquellos que ama. No confía en muchas personas, al contrario de lo que pueda parecer. La única persona a la que seguiría a ciegas es a su esposo. Al ascender como Reina, con la muerte de sus hermanos, le otorgó los derechos a manejar las cosas en su nombre. Se involucra en el manejo de su Reino, porque le interesa saber que las cosas se están haciendo bien, más es manipulada por Lann y casi ni se da cuenta. Le gusta participar en los consejos siempre que puede.

Historia

Hija del Rey Uthor Casterly y Tyenne Westerling. La menor y única mujer. Su madre murió durante el parto, dejándola a manos de su enfermizo padre -que ya era mayor- y el cuidado de sus dos hermanos mayores, Derwyn y Hamfort. Su infancia fue tan feliz como puede ser la de una muchachita que, a pesar de poseer todos los privilegios de la nobleza y una buena familia, ha crecido sin el amor de una madre. Siempre la idealizó en su cabeza, puesto que no pudo conocerla.
Creció educada por las mejores septas y se convirtió en una hermosa jovencita con variadas virtudes, una princesa perfecta. Jamás había esperado llegar a ser Reina, pues se suponía su destino era ser casada para formar una alianza con otra Casa, más la vida dió curiosas vueltas.

Conoció a Lann el astuto a la tierna edad de siete días del nombre, cuándo el muchacho era apenas un sirviente entre otros. En aquel entonces no podía adivinar cómo aquel hombre cambiaría su vida.
Ilyria Casterly siempre había sido la obediente hija que jamás osaría desobedecer a su padre, más cuando se trataba del corazón, la muchacha no podía negarse. Lann se había ganado su amor y ella era leal, no podía simplemente olvidarse de él. Le entregó su virtud incluso antes de que le entregara su mano, un prohibido error que podría haber acabado horriblemente mal de haber salido las cosas de otro modo.
Lann se ganó la lealtad tanto de Derwyn como de Hamfort, aconsejándo a ambos y manipulándolos ingeniosamente en contra del otro, creándo la leyenda del fantasma de la Roca, atormentándo a los Casterly.
Al morir Uthor, que jamás habría permitido la unión de su única hija con un simple sirviente, Ilyria tomó la iniciativa de casarse con el joven. Apenas tenía diecisiete días del nombre y el corazón lastimado por la muerte de su querido padre. Necesitaba del hombre al que amaba y sus hermanos estaban demasiado ocupados peleándo entre si como para imponer verdadera resistencia al matrimonio. Además, confiaban en Lann. Un error que le costó la vida a ambos.
Hamfort reclamaba el trono por sel el legítimo heredero de Roca Casterly y Derwyn se negaba a entregar el Reino de su padre a las manos de un ladrón. Ilyria intentó hacerlos entrar en razón, apaciguar las acusaciones falsas de Derwyn -ciertamente debían ser falsas, Hamfort era su hermano, no era un ladrón, no podía ser verdad en su cabeza, más todo fue en vano. Los jóvenes Casterly acabaron retándose a duelo. Un duelo a muerte. Que ninguno de los dos sobrevivió.
Ilyria se convirtió, así, en Reina de la Roca y su reciente esposo, por consecuencia, en el Rey. Dolida, con el alma hecha pedazos al haber perdido todo aquello que tenía en cuestión de unos pocos meses, le cedió el control completo a su esposo para vivir su luto. Confiaba en él. Confiaba en él y en nadie más. Incluso accedió a cambiar su apelido por Lannister.
Con el nacimiento de Trystan Lannister, el mismo año de su coronación, Ilyria recuperó su alegría y fortaleza. Es todavía manipulada sin saberlo por su esposo, pero intenta involucrarse en los manejos del Reino.

Otros

-Es una madre devota y dedicada. No le gusta dejar a su hijo en manos de solamente la nana de cría. Intenta ocuparse todo lo que puede de Trystan. Es su pequeño león, en honor al emblema de la Casa Lannister.
-Sufrió un aborto natural hace tan solo un par de meses, llevaba solo unas cinco lunas de embarazo. Le rompió el corazón y la dejó debilitada por un par de semanas.
-De todas maneras, sigue deseándo volver a ser madre. Lann desea un nuevo niño, para asegurarse la sucesión y porque dice preferir a los varones, más ella desea una pequeña princesa.
-Su talento destacable es el canto. Tiene una voz celestial que encandila a todo aquel que la escuche. La utiliza para dormir a su pequeño hijo y cantarle al oído a su esposo cuando lo nota tenso.
-Jamás fue una mujer demasiado entregada a la fé.
-Puede ser una dama perfecta, pero tampoco es tan débil. Podría manejar un puñal de ser necesario.