Dance, dance ~ Luthor Ball

La música de su violín resonaba por el gran salón de Altojardin sin que nadie pudiera apreciar su arte. Sus pies se movían al ritmo que marcaba el instrumento y Florys se entregaba a la danza como si sus movimientos fueran guiados por los Dioses y , con los ojos cerrados sonreía sabedora de que no había nadie en Poniente con su don para el hacer conmover las almas mortales y divinas con la música de aquel instrumento que le parecía de procedencia celestial.

Finalmente la canción llega a su final y sus pies se detienen. Sudaba, notaba los latidos acelerados de su corazón y, en definitiva, se sentía viva. La música era de las pocas cosas que realmente la divertían y la estimulaban, o al menos, era la más sana de todas las cosas en las que Florys dedicaba su tiempo en un vano intento por distraerse y no pensar cada instante en lo aburrido que le parecía su día a día.

Un par de palmadas en forma de aplauso llaman su atención y se gira sobre sus talones, en la puerta del gran salón domínense un invitado inesperado la observa con una media sonrisa, ladina, desde la distancia. La Vulpina sonríe a su vez y se dirige hacia él, no sabe cuánto tiempo lleva observándola pero espera que el suficiente como para haberse maravillado con su arte.

Había algo en aquel hombre que la intrigaba, no era transparente como sus hermanos ni como los demás vasallos que pululaban por Altojardin intentando ganarse el respeto y la atención del Rey. No, aquel hombre era un misterio en sí mismo y esa era la razón por la que ella no podía despegarse de él. << Es destructivo, toxico, e irremediablemente será mi perdición. Me encanta. >> Ya tenía dos esposos que eran ajenos a todo lo que ocurría en Altojardin, pero quizás si su romance con Luthor iba más lejos se podía destapar toda su telaraña de mentiras y secretos. Su nuevo amante no era tan voluble y manejable como sus esposos, y era posible que destapara la gran mentira de Florys si seguía acercándose a ella.

<< Es un riesgo que estoy dispuesta a correr. >>

- Buenas tardes querido, ¿has disfrutado de la función?.

Se despidió de los señores con un par de falsos halagos y una sonrisa, por lo que había visto hasta la fecha era una costumbre bastante utilizada en la corte de Altojardín asi que la había adoptado como si se la hubiesen inculcado desde la infancia. El par de hombres que ahora le daban la espalda se habían quedado con la mejor impresión de "Raymand" ¿Como no hacerlo?, estaba bien peinado, bañado y perfumado, vestía prendas de seda, brocado y cuero dignas de un noble, ese tipo de personas siempre estaba encantada de conocer gente como Raymand, les había dado en todos sus gustos y halagado lo que querían les halagasen, un primer encuentro ideal. Aunque lo cierto era que ese no había sido su primer encuentro. La comitiva que traía a esos hombres había llegado bastante tarde a Altojardín, como el señor no deseaba llegar antes de tiempo y no quería presentarse ante el rey sin estar presentable, él y su comitiva decidieron pasar la noche en una modesta posada en las afueras de la ciudad, ahí un joven llamado Luthor no solo les había recibido y cobrado, sino que también es había llevado dos rondas de cerveza a su mesa, junto con un plato de jabalí en estofado con zanahorias, papas y otros vegetales. Luthor iba despeinado y sin aroma estaba muy alejado al de rosas, sus ropas llevaban con él tantos años que había que lavarlas con cuidado o se acabarían por deshacer. Pero la gente como ellos no se fija en gente como Luthor, Raymand era más su estilo, fue por ese motivo en que el joven hijo de tabernero no tuvo mayores dificultades en revisar sus documentos y posesiones mientras ellos se emborrachaban, gracias al trabajo de Luthor su alterego tuvo mucho material para platicar, y de paso devolverle a uno de los caballeros un valioso sello de oro con grabado de un cuerno de la abundancia que habían dejado olvidado en uno de los salones. Cuando se hubo despedido adecuadamente regresó sus pasos hacia la habitación que le habían ofrecido, sin embargo la melodía en el aire le envolvió y atrajo sus pasos como si de un encantamiento se tratase. Ahí pudo verla, deslumbrante como el sol mientras hacía gala de todo su talento. Raymand se cuestionó si Florys cantaba y bailaba para sí misma o si había sido ese un canto de sirena y él era solo un incauto navegante de turno que caía bajo su hechizo. O tal vez era el único incauto al cual estaba dirigida aquella melodía. No pudo sino aplaudir cuando acabó su interpretación.

- Fue esplendida. - Raymand le respondió con una sonrisa cálida, sus ojos estaban vidriosos ante el talento de quien llamaban la vulpina. - Eres esplendida. - Y aunque no lo había dejado entrever, su última aseveración tenía otra connotación, un ovación más discreta que aquel aplauso. Desde que aprovechase la oportunidad que uno de los hijos del antiguo rey Manoverde llegase a su taberna, Raymand se había acercado poco a poco a los nuevos soberanos del Dominio. Había dudado mucho al hacerlo, siempre actuando con cautela extrema al conocerlos. Las habilidades "extraordinarias" de su padre y que muchos de ellos habían heredado no eran habladurias, todos parecían destacar en lo que hacían como ya desearía cualquier persona. Pero al ir conociéndoles entendió que aunque eran especiales no dejaban de ser humanos, y a los humanos se les puede influenciar y engañar. Tras poner las cartas sobre la mesa tuvo una cosa en claro, la mujer a la que ahora se acercaba sería sin lugar a duda el más grande reto que tendría en aquella corte, Florys era reconocida como la más brillante de los hermanos de Garth Gardener y además era su consejera, de todas las habilidades que les atribuían a ellos era sin duda la que más temía. - Es una hermosa canción y vuestro desplante dejaría sin habla a los mismos dioses. - Dijo alzando su mano hasta tocar aquel instrumento cuando ya estaba tan cerca como para ello, busco sus ojos por unos instantes, ¿en que había estado pensado cuando dio aquel paso?. Muchos decían que Florys era la más inteligente de sus hermanos, pero para él era mucho más que eso, nunca había conocido a alguien como ella, toda su vida había interpretado las pesonalidades de las personas como el niño que diferencia los colores en un arcoiris, pero la Vulpina un día era amarillo y el otro violeta, luego rojo, por último verde y otra vez amarillo. Nunca había tenido dicha dificultad y le contrariaba pues sabía era un peligro inminente. << Solo necesito más información >> Se había dicho. << Si averiguo más podré leerla y dejara de ser especial, solo un indicio y demostrará ser igual de plana y aburrida que sus hermanos. >> pero por más que se acercase, por cada paso que diera ella parecía alejarse tres o cuatro. La ovación que había dado no era solo por su música, su ultimo informante había regresado con las manos vacías dejando al joven nuevamente en ascuas sobre quien era realmente esa mujer.  - Sin embargo no reconozco la canción, ¿Es obra vuestra?. - Le pareció una alternativa viable aunque quizas se trataba de una pieza demasiado sofisticada como para sus conocimientos.

El enigma que suponía la sola mirada de Raymand la cautiva una vez más, haciendo que sus defensas se tambalean ante la sonrisa picará de aquel misterio viviente y tan encantador como el más atractivo de los hombres que Florys hubiera conocido. Conocía como nadie la belleza en todas sus formas, hombres o mujeres, no importaba el género si su piel estaba cincelada por los Dioses creando una obra maestra.

Raymand no solo era atractivo por su físico, sino además, por su facilidad para el habla y la dificultad que suponía para Florys comprender los pensamientos de que el que era su amante esporádico. Sabía bien que era un hombre con ambición, inteligente y tan frío en sus cábalas como un tempano de hielo, pero, ¿hasta dónde llegaba la ambición de aquel hombre? Suponía que tarde o temprano intentará acercarse a su hermano, el Rey, para ganar así más influencia << Quizás como consejero, pero, ¿de qué? >> Ella misma pensaba postularse como Consejera de la Moneda ya que al fin y al cabo ya controlaba dos castillos con prosperidad y crecimiento. La economía no era el único punto fuerte de la Vulpina, también lo eran los secretos, pero, si se movía en esas aguas probablemente sus propias sombras saldrían a la palestra con el paso innegable del tiempo << Es mejor dejarle tal tarea a otro, mientras pueda controlarle no será una amenaza >>

Sin borrar la sonrisa de su rostro se acerca a una de las mesas y sirve dos copas de vino del Rejo.

- Me alegra que te guste, aún tengo mucho que aprender en el ámbito musical pero espero que mi nuevo maestro pueda enseñarme algo que todavía no sepa. – Tendiéndole la copa, prosigue. – Y sí, he compuesto yo la obra, temo que quizás con una voz más dotada sonará mejor la melodía, pero aún no he encontrado a alguien a la altura. – Tomando asiento en uno de los sillones de terciopelo, apura la copa de vino y se sirve otra sin dejar de hablar. – Tengo que ver a mi hermano, he de tratar con él ciertos asuntos… pero ya sabes cómo es, prefiere siempre dejar los temas de política a un lado y dedicarse a sus flores. Al menos, hasta que no es estrictamente necesario… pero para estos temas afortunadamente ya nos tiene a nosotros, ¿verdad, Raymand? – Levantando la vista, clava la mirada esmeralda en los zafiros que tenía como ojos el hombre. – Creo que ya has tenido el placer de conocer al rey, ¿me equivoco?

Para la mayoría de los hombres la sonata compuesta por la hija de Manoverde sería el deleite máximo al que pudiese aspirar durante su vida, el solo escucharlo le transportaría hasta los confines más recónditos de su imaginación liberando su mente y regocijando su espíritu, pero no al Ball, era cierto que su maestría y talento eran innegables, y aunque su música era un don que maravillaba, era su labia lo que le atraía hacia ella, en especial a Luthor, un humilde joven a quien Raymand trataba de sepultar en lo más profundo de su conciencia durante las travesías fuera de su hogar. Cuando ella hablaba se sentía como una polilla aleteando alrededor de la flama, era como si cada frase que la Vulpina le dedicaba representara un nuevo desafío, como si cada dulce palabra que parecía estar recubierta por un glaseado de genialidad y sinceridad solo enmascarara un contenido que, si daba un bocado en falso, le dejaría un gusto amargo en la boca.  

Como siempre las palabras de la Vulpina eran certeras, su falsa modestia fue el primer paso en un baile que daba comienzo y en el que Florys había tomado el rol de guía, Raymand no hizo gesto alguno de quitarle dicho mando, aceptó la copa de dorado del Rejo agradeciendo con una sonrisa y se sentó junto a ella a disfrutar de la verdadera balada que estaba por iniciar. - Sois demasiado modesta, o quizas demasiado exigente con vos misma. - Menciono para acabar el preludio, luego de eso su compañera de baile hizo un movimiento que a cualquiera le habría costado seguir el paso, en especial para alguien que tuviera sus orígenes. Ella quería sonsacarle información, pues dos podían seguir ese ritmo. Esmeraldas y zafiros se entrecruzaron en una mirada que le pareció durase una eternidad. - Jugáis conmigo. - Dijo usando un tono risueño. - Todo el mundo conoce al rey, el desafió es que él lo conozca a uno. - El vino dio un giro en la copa del Ball, luego levantó el cristal para llevárselo a la boca, interponiéndolo entre ambas miradas. - He estado en un par de reuniones donde estuvo presente, pero solo he sido uno entre muchos. - Era como decía Florys, Garth Gardener pasaba demasiado tiempo en sus jardines, esto complicaba a cualquiera que tratase de entablar una conversación con él, en especial cuando no se podía visitar la capital sin una buena excusa y solo de forma esporádica. Era evidente para la Vulpina que Raymand andaba tras el favor del rey, motivo por el cual era algo que nunca había ocultado, no sería el primer ni el último muchacho que lo intentaría, la diferencia era que Raymand se había acercado a su objetivo con pocos movimientos y sin siquiera tener un apellido que le respaldase, al menos uno que se pudiera decir abiertamente.

Dejó la copa a un lado dejando entrever una mirada inquieta, era el momento de que fuera el hombre el que guiase el curso del baile. - Un asunto entre el rey y su hermana. - << O quedaría mejor dicho "entre la Vulpina y su hermano" >> - ¿Planeáis aconsejar a vuestro hermano en algún asunto de estado?. - Sus ojos azules buscaron una vez más los suyos. - ¿O acaso Florys, la Vulpina, ha decidido seguir el paso de sus hermanos y planea solicitar tierras donde finalmente instalarse?. - De todos los hechos relacionados a los hijos de Manoverde era el tema de las tierras el que siempre le había intrigado, no el hecho de que las tomaran, sino el que no las tomasen. Habían dos casos en particular que era llamativos, estaba Brandon que pese a ser uno de los hijos más emblemáticos del antiguo rey, no había tomado tierras para sí mismo, aunque con el tiempo había averiguado que tenía un motivo claro, deseaba para sí las tierras de los Hightower. El segundo, y quizas más enigmático, era el de Florys, la más inteligente de todos ellos, una persona que no carecía de ambiciones... sin embargo, a diferencia de sus hermanos y hermanas que habían dejado el nido, ella seguía en la corte, posicionándose en Altojardín como si fuera alguien sin sus vínculos sanguíneos o recursos. "¿Que es lo que buscas?" parecía decir su mirada, "¿Qué es lo que realmente deseas?".

Las preguntas del hombre despiertan ligeramente su instinto. ¿Era demasiada su curiosidad?, ¿quizás empezaba sospechar algo sobre ella? Lo dudaba, se había asegurado que su tela de araña fuera indescifrable… pero, ¿era posible que aquel que parecía ser el único a su altura ya conociera alguno de sus secretos? Era mejor actuar con cuidado, Florys no había llegado a tener la fama que tenía por haberse creído más inteligente que los demás, lo cual, para ella, era su mayor virtud. Sabía que era mejor que la mayoría, pero no se creía única << La perspectiva de ser la persona que ve lo que yo veo, que puede leer a las personas cuales libros infantiles es aterradora. Que crueles tan Dioses serían los que vigilan mis pasos por haberme soltado en un mundo tan aburrido. >>

No, quería creer que Raymand era realmente una amenaza. Necesitaba un enemigo, un rival… y un amante a su altura para seguir viva no solo en cuerpo, sino también en alma. Recogiendo el guante se acerca hasta el hombre y rodea sus hombros con los brazos, acercando su rostro al del él sin borrar la media sonrisa que tantos corazones había roto.

- ¿Para qué quiero yo tierras? Las tierras son para aquellos que necesitan formar un hogar, mis expectativas de futuro no pasan por ahí. – Acercándose aún más, deja que su cuerpo se apoye en el del hombre sintiendo como su respiración se acelera aun cuando intenta mantenerla calma. – Aunque puedo equivocarme, lo bello que tiene el futuro es que es casi tan impredecible como yo. ¿Quizás puedes hacerme cambiar de opinión al respecto? – Alejándose de nuevo deja con la miel en los labios a su acompañante y se dirige a servir otra copa de vino. – Nunca le agradeceré a mi hermano la creación de este dulce manjar casi divino… ah, por cierto, mi hermano es un hombre muy ocupado, pero si quieres comunicarle algo puedes decírmelo a mí… para su hermana favorita siempre tiene un poco de tiempo, ser la única cabal de la familia tiene sus ventajas. – Observando por el rabillo del ojo, divertida, piensa en cuál será la respuesta del misterioso Raymand. Sabía que rehusaría su ‘amable y desinteresada oferta’ pero quería ver por donde salía, estaba forzando al hombre a sacar sus mejores dotes como actor… necesitaba ver un buen espectáculo, y le pondría al límite si era necesario.

Cada movimiento de Florys parecía una reacción a sus palabras, como el baile de una abeja alrededor del polen o una serpiente en torno a su presa, cuando ella se acercó y le sintio parte de Luthor Ball estuvo tentado a dejarse llevar, a coger sus manos y danzar con ella como si la música aún inundara el salón, o más que eso, a robarle un beso sin temor de quien pudiese estar mirando o escuchando. Pero eso sería la perdición de ambos, no por los rumores o mucho menos por temas de posiciones sociales, sino porque sería demasiado simple, la simpleza les llevaría a la monotonía y condenaría cualquier futuro que pudiesen tener, eran las dificultades, la incertidumbre y el desafío quienes nutrían su relación que a esas fechas no había pasado de un par de encuentros. La respuesta sobre las tierras disipó cualquier duda al respecto, la Vulpina se alejaría ante el menor indicio de atadura, al igual que para Luthor todo era un juego para ella, y un juego implica un desafió asi como la posibilidad de perderlo todo.

- Lo decís como si tuviera alguna posibilidad de haceros cambiar, o peor aún, la intención de hacerlo. - La sintió tan cerca que hubiese bastado el más tenue de los movimientos para tocarla, luego de eso se alejo como parte de su baile, de su juego. Pero Luthor logró aplacar la pequeña vocecilla que insistía en dejarse llevar, en cambio repasaba las palabras de la Vulpina en su cabeza. - Mucha gente tiene un hogar sin tener tierra bajo sus pies que llamar propia y muchos de los que tienen tierras carecen de un verdadero hogar. - Dijo mientras ella rellenaba su copa, sus ojos azules seguían cada uno de los pasos de su amante, y en un gentil movimiento le ayudo a servirse mientras ella cambiaba el tema haciendo referencia a uno de sus hermanos, y luego a otro. Estuvo a punto de hacer una broma y preguntarle si creía que Maris le daría el mensaje, pero no parecía sabio el formularla. - Es una propuesta demasiado amable por vuestra parte, pero no querría incordiaros con temas aburridos mucho menos abusar de vuestra buena disposición. - Esta vez fue su copa la que se relleno con el vino cuyo reflejo dorado parecía casi mágico. - Afortunadamente otro de vuestros hermanos ya me ayudo en eso, aunque quizas de una forma menos sutil que la vuestra, me parece amenazó con pisotear un arbusto si no le prestaba atención. - Quizás no eran las palabras, pero esa idea le había dado, por lo que sus palabras no contenían mentiras. Llevo la copa a sus labios con su perenne mueca de sonrisa, aunque la detuvo segundos antes. - Pero si requiero una audiencia en el futuro no dudare en recordaros vuestro ofrecimiento. - levantó la copa a su salud y bebió un par de tragos para luego dejar la copa de plata sobre la mesa. - El que dejaseis en claro que no os atraen las tierras y que podéis conseguir la atención del rey con facilidad solo logra alimentar mi curiosidad. - Florys había danzado alrededor de su pregunta, dejándola en el aire sin respuesta, pero el Ball no era de los no notasen esa clase de movimientos. ¿Qué era lo que anhelaba realmente esa mujer? esa pregunta era tan solo uno de los misterios que la envolvían.