Princesa Nymeria

Descripción Psicológica

Nymeria siempre fue muy alegre y vivaracha, noble de corazón y de fácil trato. Sin embargo la desgracia que envolvió su vida, hizo que se convirtiera en una mujer de carácter y voluntad férrea. Su sonrisa fue desapareciendo de manera proporcional al grado al que se endureció su corazón. Durante mucho ha intentado no permitirse sentir nada, para que así no le doliera ver a todos los que ha ido perdiendo. Independiente y auto suficiente, sabe tomar sus propias decisiones y es clara hablando cuando tiene que decir algo. Su apariencia desde fuera es la de una persona calmada, que siempre habla con voz suave. Difícilmente se la ve perder la calma. Aún así, poco conoce del perdón y de la misericordia. Es de las que devuelven todo lo que reciben, sea bueno o malo. Aunque si no le dan razones, puede ser amable con cualquiera, siempre desde la desconfianza. Pues después del trato recibido desde que abandonó Ny Sar, le hes muy difícil confiar en alguien y abrirse a la gente. Solo Mors fue capaz de romper su coraza y hacerla sentir de nuevo sentimientos como amor y amistad, además de volver a hacerla sonreír. Pese a todo es una guerrera y además de eso una líder, con grandes dotes de mando. No es de las que se deja mangonear por ningún hombre y se considera tan capaz como uno en cualquier situación que se le ponga por delante. Es inteligente y buena estratega, y sobre todo, muy perseverante. Es una mujer que consigue lo que quiere le cueste lo que le cueste.  Es muy protectora con los suyos y una gobernante que se preocupa mucho de su gente.

Historia

Nymeria nació como la mayor de los hijos de los soberanos del Rhoyne, princesa de título y gracias a las costumbres de su gente tenía todo el derecho para algún día gobernar todas las tierras a lo largo del río de su pueblo, incluso cuando tuvo un hermano varón.
Nymeria fue educada para convertirse en heredera a un trono. Instruida en todos los campos que una Princesa debía controlar: modales, historia, estrategias de guerra e incluso en la lucha. Siempre demostró su valía como futura gobernante, no solo como consejera de su padre, sino que en las batallas que su pueblo tenía con los guerreros ándalos en el oeste y con los salvajes de las colinas al norte y con los druidas y brujos del este. Por más que intentasen someter a los Rhoynar, ninguna de estas fuerzas era suficiente para mermar el poderío de Ny Sar.

Su hermano la que acabaran con sus enemigos de una vez, pero Nymeria no quería comenzar un evento armado que provocaría sangre se derramase en sus aguas. Sin embargo, ignorando los consejos de la Princesa, el joven marchó al este y arrasó con todos las casas que los ermitaños habían establecido en la rivera y con la gran mayoría de su estirpe consiguiendo derribar a uno de los tres grandes enemigos de su pueblo. La dicha de la victoria duró poco, porque al poco tiempo, una enfermedad como ninguna que se hubiese visto plagó las tierras, debilitó a su pueblo y lo dejó a merced de los invasores. Lo último que supo Nymeria de su hermano es que había muerto de lo que llamaban psoriagrís, la enfermedad de piedra. La princesa perdió a casi toda su gente entendió no le quedaba más opción que alejarse de su hogar. Reunió a toda la gente sana que pudo, siendo la mayoría mujeres, ancianos y niños y zarpó hacia lo desconocido.

El viaje de Nymeria y su pueblo fue largo y tormentoso. En la primera tormenta muhas naves se hundieron, y otras tantas se alejaron del grupo y nunca fueron vistos de nuevo. Muchos volvieron a Essos por miedo y fueron esclavizados por el imperio Ghiscari. El remanente de la flota navegó por el Mar del Verano hasta las Islas del Basilisco, donde pararon para buscar provisiones y agua fresca. Fueron atacados por los reyes corsarios de la Isla Hacha, Talon y la Montaña Aullante y tomaron a muchos como esclavos. Su precio para asentarse en esa tierra era el de entregar a parte de su gente cada años y Nymeria se negó. Se lanzó de nuevo al mar, buscando refugio en Sothoryos, pero tampoco era lugar para ellos. Al final decidió poner rumbo a Poniente, hasta llegar a Dorne. Una vez en tierra, la mayoría de los señores dornienses vieron a los Rhoynar como intrusos con costumbres y dioses extraños. Sin embargo, Lord Mors Martell, Señor de Lanza del Sol, se mostró amable y hospitalario, dejando que se quedaran en sus tierras. Era la primera vez en años que alguien se mostraba amable y gentil con la Princesa. Además de lo más importante; ofrecerle a su gente y a ella un nuevo hogar. Nymeria se casó con Mors sin dudarlo un segundo y para celebrar esta unión, y para asegurarle a su pueblo que no volverían a zarpar, quemó los barcos que los habían traído a Dorne. A la luz de los barcos en llamas, la princesa Nymeria nombró a su marido Príncipe de Dorne, afirmando su dominio sobre "las arenas rojas y las blancas, y todas las tierras y ríos desde las montañas hasta el gran mar de sal".

No le costó adaptarse a la vida en Lanza del Sol. Al principio se le hacía raro recibir tanta cortesía y gentileza por parte de la gente e incluso tener tantas comodidades. Después de tanta penuria, hasta dormir en un colchón blando se le hacía raro. No se siente una extraña, si no que ahora siente que forma parte de Dorne. Es por ello que con ahínco, perseverancia y astucia, traza planes para hacer caer a todos los reyes de dornienses para que ella y su marido se puedan quedar como sumos gobernantes. Tener a Mors como marido le parece un regalo de los Dioses y siente que le faltarán años en la vida para agradecerle que le haya otorgado un hogar a su pueblo y a ella. El Príncipe consiguió romper su coraza y llegar hasta su corazón. Le mostró que aún quedan personas buenas en el mundo. Nymeria no sabe exactamente que siente por él, si es amor, agradecimiento o ambas cosas. Solo sabe con seguridad que no quiere perderle. Espera que la Madre Rhoyne les mande pronto hijos, ya que le gustaría tener una familia de nuevo.

Otros

-Le gusta practicar en el patio de armas al amanecer.
-Si puede evitar los viajes en barco, lo hace. No le trae buenos recuerdos navegar.
-Tiene la costumbre de dormir con un puñal bajo la almohada pese a que en Lanza no corra peligro.
-Por costumbre, siempre va armada en mayor o menor medida.
-Es incapaz de quedarse quieta si ve a alguien maltratando a otra persona.
-Le encanta salir a montar a caballo con Mors.
-A veces, sin darse cuenta, es algo mandona hasta con su esposo.
-Le gusta madrugar pese a haberse acostado tarde.