Age of Heroes
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Bajo el sol y la sombra [Priv. Vhagar - Balerion]
3 participantes
:: Maps and Nautical Charts :: Essos :: Valyria
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Bajo el sol y la sombra [Priv. Vhagar - Balerion]
Las alas de Meraxes cada día eran más fuertes, y confiando en el sol de aquella mañana, se extendieron y se llevó a su otra mitad a surcar por los cielos. ¡Ah! ¡Inmensa dicha le provocaba a esas almas libres de pensamientos impíos tomar vuelo! Las hermosas hebras de oro blanco se confundían con las escamas aperladas del dragón, eran para los ojos de los mortales como una nube que cruzaban el cielo con la gracia con la que los cisnes nadan en sus estanques. Eran ellas una sola, bajo el sol y la sombra. Desde que los castaños cobijaron los primeros juegos de la infancia, que alimentaba el amor que la joven doncella tenía por todo lo que era luz, pensando siempre en flores, versos, música y porvenir, un alma sumida en los espacios gloriosos, bella, etérea y unida al ideal de lo heroico, de lo justo y de lo correcto. Y el dragón, el más noble de los tres, era tan parte de ella como lo era la cabeza del resto de su cuerpo.
Eventualmente, sin que se diera cuenta, la tarde anunciaba que pronto llegaría el ocaso. Su piel estaba sonrojada por los besos que le había dado el sol, y su estómago reclamaba alimento. Comprobó que Meraxes también sentía esa misma hambre, así que juntas bajaron a la pequeña colina en la que era común encontrarla. Sacó del pequeño saco de lino unas peras mientras Meraxes cruzaba las colinas para encontrar alguna presa. Así eran ambas, una Meraxes se alimentaba de la carne de criaturas, y la otra sólo lo hacía de frutas, sus dulces hermanos solían decirle que una persona no podía vivir sólo de fruta, pero ella no era sólo una persona.
Ahí sentada en silencio, Meraxes, la doncella, meditaba. Pensó en Balerion, su amado hermano, el soñador entusiasta, el joven resuelto con la imaginación llena de planes y grandes ideas; Pensó en su amada hermana, la joven firme, la arriesgada provocadora del destino, con su voluntad y su altivez. ¿Cuánto tiempo habría pasado desde que no se sentaban juntos a admirar el ocaso? Cuando perdían sus miradas violetas en la vasta naturaleza, tan llena de formas, luces, de voces, de perspectivas, de horizontes... Ahora ellos tan inmiscuidos en sus metas, comenzaba a creer que esa belleza les parecería vacía.
Continuó comiendo, pues otra cosa no podría hacer más que esperar, ya no encontraba placer en sus pensamientos. Miró al horizonte, y suspiró.
Eventualmente, sin que se diera cuenta, la tarde anunciaba que pronto llegaría el ocaso. Su piel estaba sonrojada por los besos que le había dado el sol, y su estómago reclamaba alimento. Comprobó que Meraxes también sentía esa misma hambre, así que juntas bajaron a la pequeña colina en la que era común encontrarla. Sacó del pequeño saco de lino unas peras mientras Meraxes cruzaba las colinas para encontrar alguna presa. Así eran ambas, una Meraxes se alimentaba de la carne de criaturas, y la otra sólo lo hacía de frutas, sus dulces hermanos solían decirle que una persona no podía vivir sólo de fruta, pero ella no era sólo una persona.
Ahí sentada en silencio, Meraxes, la doncella, meditaba. Pensó en Balerion, su amado hermano, el soñador entusiasta, el joven resuelto con la imaginación llena de planes y grandes ideas; Pensó en su amada hermana, la joven firme, la arriesgada provocadora del destino, con su voluntad y su altivez. ¿Cuánto tiempo habría pasado desde que no se sentaban juntos a admirar el ocaso? Cuando perdían sus miradas violetas en la vasta naturaleza, tan llena de formas, luces, de voces, de perspectivas, de horizontes... Ahora ellos tan inmiscuidos en sus metas, comenzaba a creer que esa belleza les parecería vacía.
Continuó comiendo, pues otra cosa no podría hacer más que esperar, ya no encontraba placer en sus pensamientos. Miró al horizonte, y suspiró.
Meraxes- Pueblo
Re: Bajo el sol y la sombra [Priv. Vhagar - Balerion]
Las prisiones tienen muros de piedra, firmes y anchos y puertas de gruesos barrotes de hierro. Las prisiones son pequeñas, sombrías y enterradas. Eso le había enseñado su madre, eso decían en los libros que habían llegado a caer en sus manos. Pero Vhagar se reía de la ignorancia de esos dibujos pintados en tinta que nada sabían sobre su mundo ni sobre ella. ¿Que podía saber nadie sobre ese paraje olvidado de la mano del hombre? Ella conocía otra clase de cárcel. Una que no tiene paredes pero que deja de ser igual de infranqueable. Una que carece de puerta, pero que te ancla a la tierra con la misma fiereza.
La valyria bien sabía que la luz del sol reina en ellas pero cuanto más quema la piel, más enfría el alma. Su prisión no era otra que ese pedazo de arena yerma quemado y oscurecido por el fuego de dragones. Nada había ya para ella en la míseras aldeas que flanqueaban el nido de dragones. Pequeñas agrupaciones de casas simples habitadas por hombres de mente igual de simple que sus casas. Necios hombres pequeños que temen lo que no comprenden. Ignorancia, más ignorancia allá donde mire. Hasta sus hermanos parecían querer adolecer del mismo mal.
EL señor de la luz se lo había mostrado. Su destino no nacía y moría en el erial de dragones, su dios le llamaba, la sangre de Azor Ahai pugnaba por mostrar su valía. El tiempo de la espera había concluido, pero ni Balerion ni Meraxes parecían querer verlo. Montada en Vhagar observaba la adusta silueta de su hermana como una pequeña sombra oscura sobre la ladera. Dio la orden mental a su bestia para que descendiera con cuidado hacia su encuentro. Cuando Vhagar posó sus patas en la tierra ella saltó de su lomo y se reunió con Meraxes. - ¿Que observas con tanto detenimiento?
La valyria bien sabía que la luz del sol reina en ellas pero cuanto más quema la piel, más enfría el alma. Su prisión no era otra que ese pedazo de arena yerma quemado y oscurecido por el fuego de dragones. Nada había ya para ella en la míseras aldeas que flanqueaban el nido de dragones. Pequeñas agrupaciones de casas simples habitadas por hombres de mente igual de simple que sus casas. Necios hombres pequeños que temen lo que no comprenden. Ignorancia, más ignorancia allá donde mire. Hasta sus hermanos parecían querer adolecer del mismo mal.
EL señor de la luz se lo había mostrado. Su destino no nacía y moría en el erial de dragones, su dios le llamaba, la sangre de Azor Ahai pugnaba por mostrar su valía. El tiempo de la espera había concluido, pero ni Balerion ni Meraxes parecían querer verlo. Montada en Vhagar observaba la adusta silueta de su hermana como una pequeña sombra oscura sobre la ladera. Dio la orden mental a su bestia para que descendiera con cuidado hacia su encuentro. Cuando Vhagar posó sus patas en la tierra ella saltó de su lomo y se reunió con Meraxes. - ¿Que observas con tanto detenimiento?
Vhagar- Pueblo
Re: Bajo el sol y la sombra [Priv. Vhagar - Balerion]
Quien por designio y capricho de los dioses tuviese la suerte, o el infortunio, de mirar al cielo en ese momento y desde el punto exacto, podría apreciar la sucesión de eclipses más frecuente del mundo. La sombra, si bien todavía no de la envergadura de algunos de sus pares, era capaz de sumir el suelo bajo ella en la umbra a una velocidad extraordinaria. Quien fuese listo tendría claro que lo mejor era alejarse de aquel lugar, ¿pero cómo alejarse de algo que cubría el firmamento con tal velocidad? Fácil, mientras no fijase sus ojos fulgurantes que como el magma de los catorce fuegos, contrastaba la intensidad de las llamas más voraces con la oscuridad absoluta en las escamas de esmalte nocturno.
Sentado en su lomo, la otra parte Balerion iba sujeta, buscando evitar cualquier pensamiento que lo volviese dubitativo. Tenía que tener la mente despejada y el arrojarse junto con su hermano a surcar los cielos, allí donde se les antojase ir y dando cuántos recorridos quisieran, era una de las ocasiones que tenía para mantener el equilibrio de sí mismo, suficientemente difícil que era conciliar dentro de sí mismo para luego tener que conseguir consensuar con su alter alado y ni hablar de sus hermanas, cada cual en su carácter igual de capaz al momento de defender a ultranza lo que creían era correcto. El fuego te calienta en la noche así como también puede quemar todo lo que quieres y eres, en cosa de parpadeos. Es por eso que el equilibrio se le hacía algo tan fundamental de hallar, por esquivo que pudiera ser.
Vio a la distancia a sus hermanas, todas ellas, reunidas en tierra y se preguntó acerca de qué podían estar haciendo. Si él era el equilibrio, ellas eran cada una el contrapeso y en ese momento, lo único que se le antojaba era permanecer junto a sí mismo, volando tras su instinto y siguiendo la vista allí donde se posasen sus ojos. Sabía que no podría pretender intentar nada hasta que estuviese seguro de haberse dominado por completo y la única forma de permanecer en armonía con su mitad dragón era evitar, de momento, cualquier atisbo de inseguridad. Descendió hasta posicionarse a cierta altura de sus hermanas y desde ahí efectuó una serie de giros a manera de saludo, una llamarada involuntaria se liberó al cielo al mismo tiempo que sus ojos violeta las observaban y entonces levantó vuelo nuevamente, enfrentándose directamente con el sol en su ascenso.
Sentado en su lomo, la otra parte Balerion iba sujeta, buscando evitar cualquier pensamiento que lo volviese dubitativo. Tenía que tener la mente despejada y el arrojarse junto con su hermano a surcar los cielos, allí donde se les antojase ir y dando cuántos recorridos quisieran, era una de las ocasiones que tenía para mantener el equilibrio de sí mismo, suficientemente difícil que era conciliar dentro de sí mismo para luego tener que conseguir consensuar con su alter alado y ni hablar de sus hermanas, cada cual en su carácter igual de capaz al momento de defender a ultranza lo que creían era correcto. El fuego te calienta en la noche así como también puede quemar todo lo que quieres y eres, en cosa de parpadeos. Es por eso que el equilibrio se le hacía algo tan fundamental de hallar, por esquivo que pudiera ser.
Vio a la distancia a sus hermanas, todas ellas, reunidas en tierra y se preguntó acerca de qué podían estar haciendo. Si él era el equilibrio, ellas eran cada una el contrapeso y en ese momento, lo único que se le antojaba era permanecer junto a sí mismo, volando tras su instinto y siguiendo la vista allí donde se posasen sus ojos. Sabía que no podría pretender intentar nada hasta que estuviese seguro de haberse dominado por completo y la única forma de permanecer en armonía con su mitad dragón era evitar, de momento, cualquier atisbo de inseguridad. Descendió hasta posicionarse a cierta altura de sus hermanas y desde ahí efectuó una serie de giros a manera de saludo, una llamarada involuntaria se liberó al cielo al mismo tiempo que sus ojos violeta las observaban y entonces levantó vuelo nuevamente, enfrentándose directamente con el sol en su ascenso.
Balerion- Pueblo
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