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Un asesino en la corte [Maelys de Asshai]

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Un asesino en la corte [Maelys de Asshai] Empty Un asesino en la corte [Maelys de Asshai]

Mensaje por Grazdan no Ghiscar Lun Abr 20, 2015 12:37 pm

Cuando aquel hombre se presento a su corte, casi todos sus consejeros se opusieron a que le recibiera. Grazdan se dio el tiempo de escuchar a cada una de sus apelaciones y argumentos, luego miro a todos y cada uno de los reunidos . - Si ese hombre quisiera hacerme daño, como algunos de vosotros aseveráis. - Los ojos ámbar del emperador se desviaron a tres de los asistentes, quienes mayor énfasis habían puesto en el peligro de tener un hombre como él ahí. - Sería el peor asesino que hubiese conocido, al revelar su identidad no solo pierde oportunidades de perpetrar un asesinato en mi contra, sino que también se vuelve vulnerable. - Llevo sus manos hacia su barba pasando por ellas sus dedos en un movimiento de cavilación, luego se dirigió a su consejero de rumores. - Y según lo que decís este hombre dista de ser malo en su trabajo. - El hombre, de baja estatura y casi sin pelos sobre su cuero cabelludo asintio con la cabeza. - Así es mi emperador, según cuentan mis informantes su presentación para solicitar una audiencia ha sido bastante modesta. - Los ojos del anciano también se posaron en el recién llegado, los ojos de aquel consejero eran rasgados y tenían un brillo que denotaba sabiduría. Grazdan escucho con paciencia el pausado tono de su consejero, el anciano había servido bien a su padre, e incluso al padre de su padre, el emperador tomaba en cuenta su opinión con respeto y atención, como la de pocos de sus consejeros. - Entonces su valía no será puesta de nuevo en duda, asi como sus intenciones. Que los hagan pasar.

El emperador se acomodó en el enorme trono de piedra, de su respaldo nacían las garras de una enorme arpía que abarcaba toda la pared y cuyas alas tocaban el techo, algunos de sus antepasados habían puesto cojines de plumas y sedas para hacerlo más cómodo, sin embargo al asumir como nuevo emperador Grazdan mandó a sacarlos, la silla era de piedra por varios motivos, algunos simbólicos y otros prácticos, y él los respetaba por sobre su comodidad. La gran puerta se abrió y los guardias escoltaron al hombre y la mujer de Asshai ante él. la habitación del trono era enorme y magnifica, toda hecha de mármol blanco y valiosas gemas que se usaban para detalles de las arpías, todas tenían ojos de distintos colores, ninguna de las valiosas gemas parecía repetirse pues cada una de las bestias aladas era única. Era como si toda la habitación se tratase de una sola pieza de arte, cuyo centro era la silla del emperador ghiscari con la arpía blanca de ojos de rubí que debían tener el tamaño del puño de un hombre, de un hombre bastante grande. Habían bastantes metros entre ellos y sus consejeros y guardias, y todavía más para con el emperador, pues el trono no solo era enorme sino que estaba a gran altura, como la arpía que mira con superioridad desde los aires al mundo. - Quisiera escuchar más de vuestra historia y el motivo de como acabasteis pidiendo una audiencia ante mí, también quiero saber que buscáis en mi corte y porque motivo debería confiar en vos o en vuestra escolta. - Tenía claro no venía con intención de matarlo, pero eso no implicaba que pudiese confiar en él, mucho menos darle un lugar en su corte. Su labor era delicada, Grazdan sabía que un asesino bajo su protección no solo traería comentarios y rumores, era un arma de doble filo pues si aquel hombre le traicionaba, o peor aún, fallaba durante un encargo, el secreto de su misión quedaría expuesto y con ello, su implicancia en el tema.
Grazdan no Ghiscar
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Mensaje por Maelys de Asshai Lun Abr 20, 2015 6:00 pm

- Debéis dejar las armas aquí.

El encapuchado descubre su rostro ante los guardias del emperador y una media sonrisa lobuna se dibuja en su rostro. Podía oler su miedo, ver la duda en su mirada, y eso le divertía. Frente a él se alzan majestuosas las puertas del gran palacio imperial y más de una docena de guardias le vigilan acariciando sus armas, alertas y preparados para cualquier movimiento brusco que pudieran hacer los extranjeros.
Con un leve gesto de la cabeza indica a que su joven acompañante que deje sus espadas a uno de los soldados mientras él mismo se desarma sin decir palabra. Sabía que a su aprendiz no le hacía gracia alguna tener que entrevistarse con el emperador sin un As en la manga, pero a Maelys poco le importaba su nerviosismo. << Es volátil, impetuosa y teme a la muerte. Es demasiado humana aun. >> Tras ser revisados a conciencia, son guiados por los pasillos del palacio hasta la sala del trono, donde se ha citado con el Emperador.

Ya conocía esos pasillos a la perfección. Conocia cuantos guardias vigilaban cada puerta, cuando se hacía el cambio de turno e incluso sabia a que hora el Emperador se echaba un rato a dormir durante la tarde << Incluso sé que sonido hace cuando ronca… >>  antes de decidirse a prestar sus servicios a aquel hombre el Ejecutor se había sentido en la necesidad de conocerle. Saber qué clase de soberano era, si sería uno de esos reyes psicópatas con aires de Dios o si solo era un joven con ganas de convertirse en una leyenda viva. Sin embargo no se trataba de ninguna de esas dos clases de persona, o eso creía. << Escucha a su Consejo y no es cruel con su pueblo, de hecho, podría decirse que es justo con sus súbditos. >> Aun era pronto para decir si Gradzan pasaría a la historia por su grandeza o por su locura, pero lo que Maelys tenía claro que por lo menos merecía la pena ver con sus propios ojos de qué lado caería la moneda.

Finalmente llegan al gran salón y sus ojos se posan en cada una de las personas que les observan. Todos los hombres del Emperador vestían ricas prendas de colores llamativos, en las paredes se colgaban lienzos antiquísimos y tan grandes como para llegar al techo, los bardos tocaban su laúd con un ritmo tan bajo pero melódico que podía decirse que formaba parte del ambiente sin llegar a molestar a quienes trataban de hablar.

Allí a donde mirará solo veía pomposidad, riqueza y extravagancia. Un espectáculo de colores que contrastaban con sus ropajes, basados en una simple capa con capucha de cuero negro a juego con sus pantalones y el peto. Su acompañante vestía de la misma guisa, y a diferencia de él estaba demasiado nerviosa como para poder maravillarse por todo el esplendor que les rodeaba.

Gradzan les observaba desde lo alto de su trono, a una distancia segura y aconsejable pero que no hizo otra cosa que enarcar una ceja en el rostro del Ejecutor << No debería temerme, no hoy, al menos. >> El Emperador era un hombre cabal y era evidente que si alguien quisiera atentar contra su vida no lo haría pidiendo una entrevista, pero, sus consejeros seguro que estaban con los nervios a punto de estallar ante la presencia del asshaita.

Edge ensancha su sonrisa al ver de nuevo el brillo del miedo en las miradas de los presentes, de todos menos del Emperador. Él soberano parecía tranquilo, curioso, pero tranquilo ante su presencia. << Espero no equivocarme contigo, amigo. >> Tras escuchar las palabras dirigidas a él, asiente y avanza un par de pasos, los justos para poner un poco más nerviosos a los escoltas del Emperador pero los justos para no resultar una amenaza.

- ¿Por dónde debería empezar? Disculpe si mis modales son toscos o equívocos, temo que la cortesía y la etiqueta es un don que me fue privado al nacer. Mi historia podría decirse que es la historia de Asshai, mi tierra. Está llena de sombras, dagas en la oscuridad y corazones apuñalados… No tengo familia, supongo que he debido tener unos padres aunque no les conozco. O quizás nací en un callejón sombrío de La Sombra, quien sabe. – Haciendo una pausa, escrudiña el rostro del Emperador en un intento por saber en qué está pensando, sin éxito. Había asumido un gran riesgo presentándose ante aquel hombre tal y como era, pero creía no estar equivocado con él. << O eso espero, menudo susto se va a pegar Valeera como se nos echen encima treinta hombres armados >>

- Fui educado y entrenado por un hombre sabio, un hombre que me enseñó todo lo que sabía y que me ha convertido en quien soy ahora. Permítame que no diga su nombre y no haga hincapié en este aspecto de mi historia, prefiero salvaguardar su memoria con privacidad… - Suponía que Grazdan ya sabía de donde venía, pero en el caso de que aún no hubiera sido informado era mejor no desvelar todas las cartas en la primera ronda de la partida. – Disculpe, estoy siendo muy espeso en mi relato. Temo que la palabra tampoco es uno de mis dones, me ha preguntado por qué debería confiar en mí, y por qué quiero ponerme a sus servicios. Bien, esas dos preguntas se responden con una misma respuesta.

Llevándose la mano al interior de la capa con lentitud disfruta un poco más del nerviosismo de los presentes, haciendo de sus movimientos algo tan importante como el respirar. Finalmente extrae de uno de los bolsillos interiores un pergamino lacrado, con el sello de Ghis. Extendiendo el brazo, se dirige a uno de los guardias.

- Llévelo ante su Emperador, le pertenece. – El soldado tras mirar a Grazdan en busca de permiso, recoge el pergamino y lo lleva ante su señor. – Disculpe que haya sustraído sin su permiso una de sus pertenencias, como le he dicho mis modales distan mucho de ser perfectos. – Tras dejar pasar unos segundos, como un buen director teatral, prosigue. – E ahí su respuesta: He entrado en su alcoba sin que ninguno de sus hombres pudiera impedirlo, he robado uno de sus pergaminos lacrados sin que usted lo echara en falta y podía haberlo vendido a uno de sus enemigos. Sin embargo, he venido hasta aquí, desarmado, sin haber leído el contenido de esa carta que bien podían ser meros poemas para una de sus esposas y con la demostración de que su seguridad dista mucho de ser perfecta. – Podía sentir la mirada incrédula de su aprendiz en su espalda y la ira creciente de los guardias que le rodeaban, pero Maelys se lo había jugado todo a una carta e iría con su estrategia hasta el final. – Puedo ser su mejor hombre, su confidente. Puedo ser quien arrebate la vida de sus enemigos como una Sombra salida de las fauces de los Infiernos, mi presencia en esta corte puede infundir el temor suficiente en quienes siembran la discordia y la enemistad hacia usted lo suficiente como para que nunca intenten conspirar contra vos. Puedo ser su seguro de vida, puedo ayudarle en sus objetivos como si de su arma se tratará, su voluntad será la mía y mi lealtad, como espero haberle mostrado tan gráficamente, está fuera de toda duda siempre y cuando usted crea necesarios mis servicios.

Dando unos pasos atrás, se sitúa junto a su aprendiz y prosigue. – Si decide rechazarme no tema, me iré de aquí tan lejos que mis actos nunca podrán perjudicarle, Poniente, quizás. Pero si me acepta, debe tener en cuenta un par de cosas… La primera, no soy un asesino. Los asesinos tienen objetivos, los asesinos pueden fallar. Yo soy un Ejecutor, ya tendrá tiempo para comprender la diferencia. La segunda, esta joven es mi aprendiz y no trabaja para ti, ella es de mi propiedad y aún no ha terminado su entrenamiento… cuando lo termine, es libre para decidir que quiere hacer con su miserable vida.

Ya no tenía nada más que decir al Emperador, ahora todo dependía de su voluntad.
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Mensaje por Grazdan no Ghiscar Lun Abr 20, 2015 10:18 pm

La altura de su trono había estado contemplada por sus antepasados como un simbolismo, de superioridad y una alusión a la arpía que reina desde las alturas. Pero Grazdan había descubierto algunas ventajas y utilidades adicionales de este hecho, los posa-manos en forma garras eran de mármol ancho, desde aquella posición la persona en la audiencia podía ver directamente al emperador, pero sus manos quedaban completamente ocultas por la piedra gracias a esta altura. Lo había usado desde joven convirtiéndolo en casi un arte, mientras debía escuchar aburridas explicaciones de porque un vasallo debía tantos borregos a otro, Grazdan aprovechaba el tiempo para avanzar sus labores, escribiendo sin poder ser detectado, con el tiempo el juego se transformó en desafío y el desafío en costumbre, no era que no prestase atención, simplemente era que no necesitaba de toda ella para atender ambas tareas a la vez. El emperador había acabado ambas notas y cavilaba como plantear el escenario cuando el asesino hizo un movimiento sospechoso que incremento la tensión entre sus consejeros y guardias, para luego pasar un pergamino que reconoció de inmediato como suyo. Por primera vez dejo vislumbrar algo de interes, aunque de seguro no por la razón que aquel hombre se jactaba al entregarle el papel a uno de sus hombres. Espero el extranjero acabase su explicación y dijera sus condiciones antes de tomar la palabra, e incluso entonces se dio unos minutos para sopesar la situación.

- No os perdono. - Sus palabras incrementaron la tensión en el ya espeso ambiente. Arrugó los papeles junto a su mano y luego los dejó caer desde la altura. - No es que me interese el pergamino, ni tampoco su contenido. - Las manos del emperador se entrelazaron, mirando acuciosamente al recién llegado, aquel hombre que se le había adelantado un paso en ingenio. - Pero me habéis dejado sin posibilidad de probar vuestra valía por mi propia parte, dándome todo en bandeja de oro. Había pensado imponeros una prueba, nada del otro mundo, pero como os habéis hecho con ese pergamino con gran facilidad me queda claro que aunque mi guardia estuviese sobre aviso, hallarías una forma de burlarla. - Grazdan mantenía su semblante calmo, aunque ahora se esbozaba una tenue sonrisa en su rostro, algo que hizo los presentes contuvieran su aliento. - Me queda claro sois un experto en vuestro campo, así que me parece tendremos que subir el nivel.

Por primera vez en mucho tiempo el emperador de levantó de su trono durante una audiencia, por los costados del trono habían unas escaleras de mármol que le permitían bajar hasta el plano donde se encontraban sus guardias. El trono representaba el cielo y lo divino; la primera de las plataformas era la de los guardias, representaba el poder; la segunda correspondía a los consejeros y representaba el conocimiento; por último estaba la tercera que era donde los invitados aguardaban y conversaban con la Sangre de Arpía, representaba el plano terrenal y la mortalidad. El mensaje era claro, un hombre puede alcanzar a lo divino solo a través del conocimiento y el poder, o bien puede ser juzgado y condenado por una fuerza superior. Grazdan no se detuvo en la primera plataforma y bastó un gesto para evitar que sus hombres lo siguieran, todos creían iría directo a la última plataforma a encontrarse con aquel hombre, pero no, se detuvo en la del conocimiento. - Hizdahr, Khrazz, Togosh. - Todos los consejeros se habían arrodillado cuando el emperador bajo, los tres cuyos nombres fueron nombrados se atrevieron a levantar la cabeza y responder en conjunto con un. - Si, mi emperador. - El hombre con mayor poder e influencia en todo Essos, y porque no decirlo, el mundo, les dirigió aquellas palabras con su parsimonia natural. - Dentro de dos días, uno de ustedes morirá. - Los hombres se quedaron pasmados, sus ojos se abrieron hasta casi desorbitarse mientras su soberano paso por entre ellos para hablar al hombre de Asshai.

- Me habéis demostrado vuestro conocimiento y astucia, por lo que lo único que puedo probar es vuestro juicio y poder. Me pedís ser mi confidente, pues ese siempre ha sido el trabajo de los consejeros, cada uno de los hombres en esta plataforma de mármol ha demostrado su valía en distintos campos, el emperador escucha sus palabras antes de emitir una sentencia por lo que si queréis trabajar para mí y ser mi consejero debéis liberar un cupo. - Uno de los hombres que no habían sido elegidos estaba por comenzar a dar un sermón pero Grazdan hizo un nuevo gesto con la mano y se detuvo. - El consejo esta bajo mi protección, como de seguro podéis juzgar por sus caras vestimentas y joyas. Pero lo cierto es que la función de ellos no solo es susurrar a mis oídos, por ejemplo vuestra labor de asesino no sería incompatible con este cargo, se podría decir que su función principal es tener mi confianza... sin embargo de todos ellos estos tres han demostrado pobreza de criterio al juzgar vuestros movimientos y me han malaconsejado, además sus cargos fueron conseguidos más por renombre que por capacidades. - Su mirada fue hacia ellos, sus ojos ámbar se veían inquisidores. - La pregunta que me hago es la siguiente ¿Poséis vos mejor criterio? He aquí mi desafío, tendréis un día para investigar a estos tres hombres, por supuesto ellos tendrán la ventaja de lo que resta de este día para ocultar sus más oscuros secretos y dejar más a mano la información que mejor hable de ellos. Con la información que recabéis tendréis que tomar un decisión, matar a uno de ellos. Si matáis a quien yo, que conozco mejor que nadie sus movimientos, elegiría, os ganareis su puesto de confianza, serviréis como mi ejecutor y consultor, vuestra pupila será tratada como tal, con el respeto que merece dicha posición. Si por otro decidís matar pero cometéis una decisión equivocada o bien lo intentáis pero falláis, seréis tratado como un asesino y sentenciado de la misma manera, vuestra joven acompañante se quedará bajo mi custodia para asegurar regresareis en este escenario, en caso de que no lo hagáis y optéis por escapar, será la aprendiz la que pague por la ineptitud de su mentor. Por último, podéis decidir no matar a ninguno de los tres, ya sea porque no tenéis suficiente información o porque el peso de la decisión os supere. - Miró fijamente al hombre de Asshai, sus ojos parecían sonreír ante el escenario que había planteado - En este último caso dejare vos y vuestra pupila se marchen de aquí tan lejos que mis actos nunca podrán perjudicaros, os recomendaría Poniente, quizás.
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Un asesino en la corte [Maelys de Asshai] Empty Re: Un asesino en la corte [Maelys de Asshai]

Mensaje por Maelys de Asshai Jue Abr 23, 2015 7:59 pm

La ‘petición’ del Emperador le pilla desprevenido. Esperaba que le hiciera una prueba, por supuesto, pero esperaba que supusiera un enfrentamiento en inferioridad numérica contra varios de sus guardias para dar el espectáculo ante su corte y mostrar así las dotes de su nueva adquisición. Sin embargo, le estaba pidiendo que eligiera entre uno de sus tres consejeros y matará al más prescindible de ellos << Eres mucho más inteligente de lo que creía pequeño bastardo, te gusta jugar tanto como a mi… >> La sonrisa lobuna se ensancha aún más cuando pide que Valeera se quede en el castillo hasta que pasen los tres días y mira de soslayo a su alumna, pensando si realmente el Emperador cree que a él le importaba en algo la vida de la muchacha.

Le importaba, aunque él nunca lo reconocería jamás ni así mismo, y mataría a todos los reyes, emperadores y Dioses de Essos si osarán tocarla.

Sin embargo tenía plena confianza en ser capaz de cumplir los deseos de Grazdan, la vida de su aprendiz no corría peligro. Antes de abrir la boca, Maelys ya sabía cómo llevaría a cabo el trabajo y sospechaba quien iba a ser el elegido a juzgar por las reacciones de los desafortunados consejeros. Haciendo una ligera reverencia, se dirige una vez más hacia el Emperador antes de dar media vuelta y marcharse por la enorme puerta del salón del trono.

- Así sea – Con solo una mirada ordena a Valeera que se quede en donde esta y camina sin mirarla una vez más a los ojos. Por miedo a que los demás puedan ver que el mejor Ejecutor del mundo conocido tenía un punto débil tan irreconocible como vulnerable.

Salón del Trono.
Doce horas después.

Maelys volvía a estar desarmado, situado frente al gran trono de Ghis observa a su aprendiz quien está siendo vigilada por hasta cuatro hombres del Emperador. Los consejeros de Grazdan señalados por este como candidatos a visitar los pasillos de los Infiernos aún siguen con vida, los tres, y el que pretendía fuera su nuevo ‘socio’ observaba al Ejecutor con una mezcla de interés y decepción. Antes de que pudiera dirigirse a él, habla sin quitar la mirada de Valeera.

- He de decirle que usted dispone de tres hombres muy aparentes. Ambiciosos, pero aparentes ante su amo… sin embargo, tras estudiarlos detenidamente he descubierto que uno de ellos tiene más sombras que luces.  – Los consejeros le observan confiados, con algo de temor, pero sintiéndose a salvo junto a los soldados del Emperador y a una distancia más que prudencial del asesino. – Sin embargo me parecía muy sencillo, demasiado simple, clavar una daga en el corazón del desgraciado y como me sobraba algo de tiempo y veo que a usted le gustan los juegos he decidido jugar. Como mi aprendiz puede constatar, yo también se divertirme. – Con una sonrisa fija su mirada en los tres consejeros y prosigue. – Varias horas después de que me despidiera les envié una misiva a los tres, una misiva en la que aseguraba que el hombre que ha robado oro de las arcas para pagarse sus propios caprichos, había sido envenenado. En la misiva venía una pequeña hoja de color violeta, proveniente de una planta asshaita ¿es correcto todo lo que digo? – Los consejeros asienten, y Maelys prosigue. – En el mensaje dije que era el antídoto para el veneno, y que solo el hombre que haya sido desleal a Grazdan no Ghiscar debe temer a la muerte pues los otros dos no han ingerido veneno alguno.

Haciendo una pausa teatral pasea por el salón con las manos en la espalda mientras dibuja una media sonrisa. Deteniéndose, clava sus ojos homicidas en Khrazz, quien llevaba varios segundos sudando como si le fuera la vida en ello. – Lo gracioso de todo esto es que aquella hoja de aspecto tan inofensivo era en realidad el veneno que acabaría con la vida del hombre que ha tenido la mala suerte de estar en mi camino. – Como si de una señal acordada se tratará, tras pronunciar la última palabra Khrazz cae desplomado sobre el frio suelo ante la atónita mirada de los presentes, quienes se llevan en su mayoría las manos a la cara espantados. El cuerpo moribundo del desdichado se baña en orín y heces, creando el olor tan familiar del Miedo. Un olor que despierta el brillo en la mirada de Edge una vez más. – La Dama de la Sombra es una planta con un veneno lento pero mortal, no tiene cura, y afortunadamente es fácil calcular cuando va a llegar a los órganos y crear… - Los movimientos convulsos del cuerpo le distraen momentáneamente, pero mirando al Emperador prosigue. – Este espectáculo. Khrazz ha robado oro de las arcas para pagarse unos lujos, si se me permite decirlo, peculiares. Digamos que le gustaban las putas de edad tierna.

Togosh da un paso al frente y se dirige al Ejecutor, quien le observa divertido.

- ¿Y si nosotros dos hubiéramos tomado el veneno?

- Evidentemente existía esa posibilidad, por supuesto. Pero sois hombres leales, quizás con pocas luces, pero leales. Era un riesgo asumible ya que una persona que se sabe inocente no teme ser ajusticiada, y, en el caso de que lo hubierais hecho sería porque debajo de esa capa de sobriedad y fidelidad había algo que temíais que yo hubiera podido haber descubierto y vuestra muerte hubiera sido tan merecida como la de este individuo. – Con un guiño vuelve la mirada al Emperador. – Pero no temáis, Grazdan, ninguno de estos dos valientes hombres tiene nada que ocultar ante vos, aunque eso, por supuesto, es decisión vuestra.
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Mensaje por Grazdan no Ghiscar Vie Abr 24, 2015 11:15 am

El asesino se retiró bastante confiado y cuando esto sucedió los tres consejeros involucrados en la prueba pidieron de inmediato permiso para hacer preparativos. Alguno iría a quemar documentos que le incriminasen, otro quizas iría a reforzar su guardia y seguridad personal, incluso puede que intentasen contratar un asesino para ir por el asesino. La partida frente a él era un mar de posibilidades, sus consejeros podían ser bastante creativos cuando se trataba de proteger sus cabezas, incluso los menos aptos como lo eran esos tres. Su mirada paso por Sydar, el más anciano de sus consejeros, la señal estaba clara, "vigila e informa", la red de espías que tenía a su disposición era invaluable, uno de los hombres más temidos en todo el imperio de la arpía, y con justas razones. Luego de eso se dirigió a sus guardias. - Que le consigan una habitación adecuada a la muchacha, es mi invitada. - Con decir esas palabras era suficiente, dos de los guerreros la escoltaron hacia la salida, mientras la veía alejarse no podía dejar de preguntarse que hacía a un hombre, pragmático y con el historial del asesino, acarrear a dicha muchacha, era más que eso, se había asegurado de dejar clara su posición y derechos como una de sus dos condiciones, y la primera le parecía más bien un distractor, pues poco tenía de condición el querer que lo llamasen asesino, ejecutor o lo que fuese, "Ella es de mi propiedad", habían sido sus palabras.


❖ ❖ ❖


Como hubiese esperado, el ejecutor solicitó una audiencia cuando aún no finalizaba el día, según Sydar el hombre se había acercado a los consejeros, pero de momento no había intentado nada. La idea de que intentaría algo en su salón, para tenerle de testigo, era llamativa, pero si se ponía a blandir un arma y atacar a sus consejeros en el salón no le quedaría otra opción que clavar su cabeza en una pica pues un acto como ese sería una insolencia no solo para con su persona, sino para con el trono y el imperio. Pero su instinto le decía que tramaba algo más elaborado, quizas esa reunión solo era para tenderles una trampa o aumentar su nerviosismo, para con esto poder ver sus debilidades. Todos estaban presentes y Grazdan pudo notar como ese hombre no le quitaba la vista a su pupila de encima, de seguro quería corroborar si había sido tratada bien, o quizas buscaba algo malo en su persona, no sería de extrañarse que tuviesen alguna suerte de códigos de comunicación, señales para decir lo que necesitaban cuando las palabras no podían ser pronunciadas, pero en lo que respectaba a la muchacha había sido atendida como si fuese una invitada de honor, dudaba tuviera nada que reprocharle algo como anfitrión.

Escucho con atención su introducción, los ojos ámbar del emperador se posaron en los tres aludidos, esperando ver alguna reacción cuando mencionaba que uno de ellos tenía más sombras de luces, pero ni siquiera ellos eran tan idiotas como para dejar entrever sus acciones ante una acusación como esa, si se les podía destacar en algo era la capacidad de ocultar sentimientos y actuar mediante subterfugio, de lo contrario jamas habrían llegado a ostentar dichos lugares. Si el ejecutor quería ver una reacción incriminatoria necesitaría un discurso mejor que ese. La idea de un juego atrajo su atención, era conocida la afición del emperador por los juegos, desde los más brutales que se celebraban en las arenas de combate hasta los más refinados, cuyo campo de combate eran las cortes o las sombras.

Cuando comenzó a explicar lo acontecido su primera idea fue hacia la hoja que mencionaba, ¿Esperaba decir que quien no la tuviese era culpable para luego pedir mostrasen las hojas?, no era un medio muy viable, habían miles de excusas para ese escenario, desde decir que la habían tirado pues sospechaban del asesino hasta que se les había caído o que el viento se la había llevado... no era una idea muy solida y por la expresión de los consejeros, también lo habían notado, si les conocía bien incluso los inocentes dirían que la habían perdido solo para desacreditar al ejecutor ante los ojos de los demás. Grazdan habría hecho igual, por supuesto. La pausa fue un buen toque, el emperador solía hacer lo mismo cuando estaba a punto de dar vuelta el tablero y por la confianza de aquel hombre, de seguro pensaba mostrar su carta ganadora. Y asi fue. Para cuando explicó que la hoja era en realidad el veneno, Khrazz cayo, el tiempo de su discurso y el efecto del veneno era perfecto, incluso las convulsiones parecían estar orquestadas. El emperador estaba complacido y lo dejo entrever en su rostro.

Togosh increpó al asesino pero este le respondió con la verdad para luego hablar de la "valentía" de sus consejeros restantes. Lo cierto era que aunque hubiese matado a Togosh en vez de Khrazz le habría aceptado como ganador, quizas aquel hombre no le había robado, pero a lo menos Khrazz tenía el coraje de haberlo intentado, cualquiera de los dos era innecesario en su corte, pero era correcto decir que el muerto lo merecía más que el vivo... por poco, Togosh había ganado otro día y Maelys un lugar en su consejo. - Habéis mostrado vuestra valía Maelys, Ejecutor de Asshai. - El emperador se mostraba erguido desde la altura del trono de la arpía, a su vez dos de los guardias comenzaban a retirar el cuerpo del consejero de la estancia. - Se os otorgarán habitaciones para vos y vuestra protegida, además de un despacho que podéis usar como más os convenga. - Giro su cabeza para dirigirse a Togosh. - Hacedle llegar la información sobre las reuniones, que reciba el trato de consejero y todo lo que ello confiere. Os encargo dicha tarea. - El hombre no emitió comentarios alguno e hizo una reverencia. - Podéis usar el resto del día para instalaros, mañana será vuestro primer día de servicio en la corte de la arpía.
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