Age of Heroes
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To lay down in hell and wake up at paradise [Maelys]
2 participantes
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To lay down in hell and wake up at paradise [Maelys]
Por alguna razón se había despertado. El aire había cambiado, el cálido viento entraba con tensión por la ventana abierta de par en par. Había ruidos en el exterior, pero en el palacio siempre había algún tipo de trasiego fuera la hora que fuera. Sin embargo sintió como si la puerta se abriera. Abrió un ojo, pero no vio ninguna anomalía. Se acurrucó y se empezó a deslizar en los brazos del sueño de nuevo. Hasta que un tirón arrancó al cuerpo que dormía a su lado. Se incorporó sobresaltada, pero no le dio tiempo antes de que otro tirón la echara a ella abajo. La primera patada fue la más dolorosa, inesperada, incomprensible, pero después nada dolió tanto como el sonido de la espada y los gritos de su hijo. Trató de incorporarse, de salir de entre las mortíferas botas del soldado gritando- ¡Caleb! ¡Caleb! ¡Soltadle! ¡Karel... dónde estás...
-¡CALEB! ¡CALEB!- gritaba, su respiración estaba acelerada, y la habitación ya no olía la aire caliente del jardín del Palacio Karis, si no a licor de palma y adormidera en pipa. Alguien a quien ni siquiera reconoció se movió a su lado
-Dalila... ¿qué...?- pero apenas podía hablar por el efecto de las drogas, y a ella le estaba costando salir de su horrible pesadilla. Se tumbó sobre el pecho del asshaita, al que había reconocido por la voz, sin luchar por el impulso de su cuerpo de dormir y descansar sin volver a levantarse jamás
-Nada, Maelys, duerme...
********
El sol de la mañana se coló por las celosías de su gran alcoba y creó un curioso dibujo de sombras sobre su vientre y la espalda de Maelys. Tenía el despertar pesado de una noche de excesos, en cuanto a todo. Quizá la leche de amapola y aquella flor que se fumaron en su larga caña de madera habían sido demasiado, teniendo en cuenta cuanto habían bebido en palacio antes. Pero ambos disfrutaban con aquello. Y con el sexo claro ¿si no por qué había usado los siete niveles con él?. Se revolvió con dificultad y pasó la mano por la espalda del asesino, dándole besos en la tersa piel
-Ya debe ser mediodía, y los siervos del emperador no deberían ser tan libertinos, asshaita- le encantaba pincharle porque con sus intelectuales y rebuscadas respuestas, siempre terminaban teniendo conversaciones interesantísimas, incluso de resaca como aquel día. Se puso una bata de seda mientras Maelys volvía a ser persona y se asomó al pasillo. Sólo estaban las chicas que tenía contratadas para limpiar y reordenar los salones de baile por las mañanas, el resto era un silencio sepulcral que habría comenzado al poco de salir el sol. Mandó a una de las chicas a por jugos de fruta naturales, para paliar la deshidratación que sentía y que sentiría su compañero y a por dulces para su hambre canina. Mientras esperaba se sentó en la cama de nuevo encendiendo su caña y dando una calada, para el dolor de cabeza, se dijo. Maelys parecía empezar a dar señales de vida. Le dio con la punta de la larga pipa en la nariz y sonrió- Claro que si hubieses infringido alguna norma ya sabrían los soldados donde buscarte ¿o no?- sus palabras le trajeron a la memoria la escena de la noche anterior.
Se acercó a la ventana, mirando através de los dibujos en la madera de la celosía, tratando de espantar sus fantasmas y ayudando a crear ese clima amable que quizá hiciera pensar a Maelys que sus gritos de anoche habían sido un sueño. Nunca le había hablado de su pasado, más que frases confusas y ambiguas que alimentaban las leyendas sobre ella, y así quería que continuara. Se acercó a la cama de nuevo y se montó a horcajadas sobre él, colocando la pipa en su boca, para que el se beneficiara también de los efectos de la hierba calmante, y empezó a besar su cuello mientras susurraba
-¿Sabes? A veces siento que nunca he sido más libre que ahora- drogas, alcohol, fiesta y despreocupación general y sin embargo...- sin embargo tu me tienes casi tan atada como esa bendita leche de amapola- iba a seguir el recorrido de sus besos, pero entonces llamó al joven a la puerta con el suculento desayuno así que con una sonrisa se bajo y se sentó al pie de la cama a degustarlo.
-¡CALEB! ¡CALEB!- gritaba, su respiración estaba acelerada, y la habitación ya no olía la aire caliente del jardín del Palacio Karis, si no a licor de palma y adormidera en pipa. Alguien a quien ni siquiera reconoció se movió a su lado
-Dalila... ¿qué...?- pero apenas podía hablar por el efecto de las drogas, y a ella le estaba costando salir de su horrible pesadilla. Se tumbó sobre el pecho del asshaita, al que había reconocido por la voz, sin luchar por el impulso de su cuerpo de dormir y descansar sin volver a levantarse jamás
-Nada, Maelys, duerme...
********
El sol de la mañana se coló por las celosías de su gran alcoba y creó un curioso dibujo de sombras sobre su vientre y la espalda de Maelys. Tenía el despertar pesado de una noche de excesos, en cuanto a todo. Quizá la leche de amapola y aquella flor que se fumaron en su larga caña de madera habían sido demasiado, teniendo en cuenta cuanto habían bebido en palacio antes. Pero ambos disfrutaban con aquello. Y con el sexo claro ¿si no por qué había usado los siete niveles con él?. Se revolvió con dificultad y pasó la mano por la espalda del asesino, dándole besos en la tersa piel
-Ya debe ser mediodía, y los siervos del emperador no deberían ser tan libertinos, asshaita- le encantaba pincharle porque con sus intelectuales y rebuscadas respuestas, siempre terminaban teniendo conversaciones interesantísimas, incluso de resaca como aquel día. Se puso una bata de seda mientras Maelys volvía a ser persona y se asomó al pasillo. Sólo estaban las chicas que tenía contratadas para limpiar y reordenar los salones de baile por las mañanas, el resto era un silencio sepulcral que habría comenzado al poco de salir el sol. Mandó a una de las chicas a por jugos de fruta naturales, para paliar la deshidratación que sentía y que sentiría su compañero y a por dulces para su hambre canina. Mientras esperaba se sentó en la cama de nuevo encendiendo su caña y dando una calada, para el dolor de cabeza, se dijo. Maelys parecía empezar a dar señales de vida. Le dio con la punta de la larga pipa en la nariz y sonrió- Claro que si hubieses infringido alguna norma ya sabrían los soldados donde buscarte ¿o no?- sus palabras le trajeron a la memoria la escena de la noche anterior.
Se acercó a la ventana, mirando através de los dibujos en la madera de la celosía, tratando de espantar sus fantasmas y ayudando a crear ese clima amable que quizá hiciera pensar a Maelys que sus gritos de anoche habían sido un sueño. Nunca le había hablado de su pasado, más que frases confusas y ambiguas que alimentaban las leyendas sobre ella, y así quería que continuara. Se acercó a la cama de nuevo y se montó a horcajadas sobre él, colocando la pipa en su boca, para que el se beneficiara también de los efectos de la hierba calmante, y empezó a besar su cuello mientras susurraba
-¿Sabes? A veces siento que nunca he sido más libre que ahora- drogas, alcohol, fiesta y despreocupación general y sin embargo...- sin embargo tu me tienes casi tan atada como esa bendita leche de amapola- iba a seguir el recorrido de sus besos, pero entonces llamó al joven a la puerta con el suculento desayuno así que con una sonrisa se bajo y se sentó al pie de la cama a degustarlo.
Dalila De la Sombra- Pueblo
Re: To lay down in hell and wake up at paradise [Maelys]
La cabeza le daba vueltas al abrir los ojos, el olor perfumado de la mujer mezclado con el dulce aroma de todos los vicios que compartían cada noche le ataque el olfato como una jauría de perros salvajes. Arrugando la nariz se espereza y bosteza mientras observa como su amante se escurre entre las sabanas y pide el desayuno para ambos. Ya era el medio día, una vez más había obviado una de las reuniones del consejo y la seguridad de que Grazdan le volvería a mirar de aquella manera tan << ‘Te mataría, insolente hijo de puta, pero me eres demasiado útil’ >> le hace sonreír de oreja a oreja. Fijando su atención en la mujer, deja que sus ojos paseen por su cuerpo mientras humedece los labios con la punta de la lengua, recordando la noche anterior.
Tras los placeres que le habían regalado la cortesana y caer casi inconscientes por el agotamiento y las hierbas consumidas, durmieron como si no hubiera un mañana, pero, Maelys juraría que la había oído hablar en sueños. Él se despertó por instinto, pero al comprobar que ningún temerario le estaba intentando degollar se volvió a dormir de inmediato << Pero quisiera saber quién es ese tal Caleb por el que tanto teme… >>
Aquella asshaita era un misterio para él, no sabía prácticamente nada de ella y eso le atraía irremediablemente. Era la mejor amante que había tenido nunca, pero además era la única persona que no era un libro abierto para él a parte del Emperador << Esta cortesana/asesina/espía/Diosa del sexo es lo más divertido que me ha pasado desde que tengo uso de razón, sin contar con aquella vez en la que Valeera intentó envenenarme. >> Solo había dos cosas que realmente le ataban al mundo terrenal, su aprendiz y Dalila. Una era su obra maestra, el lienzo que estaba creando con un toque maestro… la perfecta máquina de matar que finalmente acabaría con él. << Algún día, pero no adelantemos acontecimientos… >> y la cortesana era su otra pertenencia por la que mataría por puro placer.
Ambas mujeres eran suyas, cada una por una razón distinta pero por ambas mataría hasta el último hombre en la tierra si eso las mantenía bajo su propiedad. Sabía que Dalilia compartía lecho con todo aquel que pudiera permitírselo, incluso no descartaba que tuviera otros amantes… pero no había investigado al respecto por dos razones. Primero, si sabía el nombre de quien yacía con ella le mataría, y a Grazdan no le placería ver su Imperio convertido en un manantial de sangre, y por ultimo si mostraba lo posesivo que era con ella el resto la vería como un punto débil al que explotar, ella sabría cómo manipularle. Y eso era algo inconcebible.
Se habían conocido hacia casi un mes, cuando Maelys y Valeera llegaron a Ghis. Durante la investigación del Ejecutor sobre el Emperador y sus más cercanos, había frecuentado el burdel de Dalila primero pagando, luego seduciendo (o siendo seducido) a la madame y compartiendo con ella conversaciones, sexo, y todo aquel entretenimiento saludable o no que se les hubiera podido ocurrir. Llevaba tan solo dos días al servicio del Emperador, pero era suficiente para saber que aquella mujer al igual que él, había sabido ganárselo. << Quizás de una forma mucho más práctica que la mía, pero no por ello menos licita. >> Pensar en ello le hace plantearse la idea de que quizás Ghis necesitará un nuevo soberano, pero cuando la mujer se sube a horcajadas sobre él su mente se vuelve a llenar de ella única y exclusivamente.
- El Emperador es un hombre paciente. Sabrá entender que hay asuntos mucho más importantes a los que atender, además, si me necesitara sabe dónde encontrarme << Eso y que le hice la putada a Valeera de ser mi mensajera por si tengo que volver a palacio, pero eso es lo de menos >> - El desayuno llega justo cuando la cosa esta poniéndose entretenida, pero la visión de los dulces le despierta el apetito y apaga la lívido ligeramente. – Es así como debe ser, querida. Claro que me perteneces, ¿acaso hay mejor amante que yo? - Incorporándose acerca la bandeja con los pasteles hacia así y observa divertido a la cortesana, sabedor de que dependiendo de su respuesta uno, o varios hombres, quizás no vieran un nuevo amanecer.
Tras los placeres que le habían regalado la cortesana y caer casi inconscientes por el agotamiento y las hierbas consumidas, durmieron como si no hubiera un mañana, pero, Maelys juraría que la había oído hablar en sueños. Él se despertó por instinto, pero al comprobar que ningún temerario le estaba intentando degollar se volvió a dormir de inmediato << Pero quisiera saber quién es ese tal Caleb por el que tanto teme… >>
Aquella asshaita era un misterio para él, no sabía prácticamente nada de ella y eso le atraía irremediablemente. Era la mejor amante que había tenido nunca, pero además era la única persona que no era un libro abierto para él a parte del Emperador << Esta cortesana/asesina/espía/Diosa del sexo es lo más divertido que me ha pasado desde que tengo uso de razón, sin contar con aquella vez en la que Valeera intentó envenenarme. >> Solo había dos cosas que realmente le ataban al mundo terrenal, su aprendiz y Dalila. Una era su obra maestra, el lienzo que estaba creando con un toque maestro… la perfecta máquina de matar que finalmente acabaría con él. << Algún día, pero no adelantemos acontecimientos… >> y la cortesana era su otra pertenencia por la que mataría por puro placer.
Ambas mujeres eran suyas, cada una por una razón distinta pero por ambas mataría hasta el último hombre en la tierra si eso las mantenía bajo su propiedad. Sabía que Dalilia compartía lecho con todo aquel que pudiera permitírselo, incluso no descartaba que tuviera otros amantes… pero no había investigado al respecto por dos razones. Primero, si sabía el nombre de quien yacía con ella le mataría, y a Grazdan no le placería ver su Imperio convertido en un manantial de sangre, y por ultimo si mostraba lo posesivo que era con ella el resto la vería como un punto débil al que explotar, ella sabría cómo manipularle. Y eso era algo inconcebible.
Se habían conocido hacia casi un mes, cuando Maelys y Valeera llegaron a Ghis. Durante la investigación del Ejecutor sobre el Emperador y sus más cercanos, había frecuentado el burdel de Dalila primero pagando, luego seduciendo (o siendo seducido) a la madame y compartiendo con ella conversaciones, sexo, y todo aquel entretenimiento saludable o no que se les hubiera podido ocurrir. Llevaba tan solo dos días al servicio del Emperador, pero era suficiente para saber que aquella mujer al igual que él, había sabido ganárselo. << Quizás de una forma mucho más práctica que la mía, pero no por ello menos licita. >> Pensar en ello le hace plantearse la idea de que quizás Ghis necesitará un nuevo soberano, pero cuando la mujer se sube a horcajadas sobre él su mente se vuelve a llenar de ella única y exclusivamente.
- El Emperador es un hombre paciente. Sabrá entender que hay asuntos mucho más importantes a los que atender, además, si me necesitara sabe dónde encontrarme << Eso y que le hice la putada a Valeera de ser mi mensajera por si tengo que volver a palacio, pero eso es lo de menos >> - El desayuno llega justo cuando la cosa esta poniéndose entretenida, pero la visión de los dulces le despierta el apetito y apaga la lívido ligeramente. – Es así como debe ser, querida. Claro que me perteneces, ¿acaso hay mejor amante que yo? - Incorporándose acerca la bandeja con los pasteles hacia así y observa divertido a la cortesana, sabedor de que dependiendo de su respuesta uno, o varios hombres, quizás no vieran un nuevo amanecer.
Maelys de Asshai- Pueblo
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